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Inflación: “Jugarán el aumento de los precios regulados y de las paritarias” dice el BCRA

 

Fuentes del Banco Central señalan que la tasa de inflación en los próximos meses será “parecida” al dato de diciembre de ayer (2,6%). “Jugarán el aumento de los precios regulados y de las paritarias”, explican. Cuando se indaga sobre el impacto que tendrá el programa puesto en marcha, un plan de ajuste monetario, admiten que sus resultados no se verán aún en estos meses, principalmente, por dos motivos:

Uno, la política monetaria opera con rezagos, esto es, hay una demora entre el control de la cantidad de dinero y la baja de la inflación.

Dos, los precios y la economía argentina siguen la estela del shock cambiario de 2018. “Sin duda aquello generó un efecto: los precios de los bienes transables sigan la evolución del dólar”.

El Banco Central anticipa a su modo de ver qué viene en materia de inflación para el resto del verano. Sin pronósticos del estilo “lo peor ya pasó” o anticipar cuándo la tasa de inflación perforará el 2%, prefieren la cautela. Saben que la inercia aún juega su partido. Citan entonces que la inflación esperada por el mercado es de 2,6% para enero y 2,4% en febrero-marzo. Los datos figuran en el relevamiento de expectativas.

La Argentina, desde hace tres años y sin éxito, intenta desinflar su economía sin atar ni el dólar ni las tarifas. En 2016 y 2018, a diferencia de los saltos de 2002 o 2014, los efectos de la suba del tipo de cambio sobre los precios no fueron contrarrestados atrasando los servicios públicos. Los rubros que más se incrementaron en 2018 fueron transporte (66,8%), comunicación (55,3%), salud (50,2%) y alimentos (51,2%). Ese ajuste fiscal aún está en proceso.

La crisis cambiaria hizo volar por el aire el esquema de metas de inflación pero no el del tipo de cambio que flota. Hoy funciona un plan basado en el control de los agregados monetarios, esto es, uno que regula el nivel de la base monetaria y no más la tasa de interés. Y hay una zona de flotación libre para el dólar.

Programas como este del Banco Central no son más utilizados casi en el mundo: la cantidad de dinero que circula en la economía no reacciona ante cambios en la tasa y además el monto en poder del público es bajo en términos de la economía, dado el crecimiento de las transacciones electrónicas. Nuestro país adoptó uno así cuando se había perdido la estabilidad y el peso se había depreciado 33% en dos días.

Este corset monetario contempla algunas válvulas de escape -como las llaman en el Banco Central-, esto es, la posibilidad de abrir las compuertas del circulante para que lubrique la actividad en un contexto de tasas altas: cuando la demanda de pesos crece por motivos estacionales como sucedió en diciembre o en enero tras un apretón como el de octubre-noviembre. Así, el banco evaluó estas semanas que era hora de comprar dólares e inyectar pesos. Las consecuencias serían una baja de la tasa y atenuar la apreciación del peso. “El esquema funcionó”, evalúan.

La mirada de la autoridad monetaria parece hoy estar más puesta en calibrar el modelo para los meses que siguen que un objetivo de inflación. Cómo se lo ajusta en función de los pesos que se demandan -en enero sólo puede aumentar la base monetaria 2% en caso de que intervenga y habrá que ver si esto sigue en febrero-, cómo evoluciona la dolarización de cara a las elecciones y cumplir con el FMI. ¿La inflación? No hay una meta, insisten. En todo caso, la recesión y la disolución de aquel shock cambiario de 2018 se encargarán de desinflar la economía. Según una estimación de ACM, la inflación para este año terminará “en torno al 30% anual en diciembre de 2019”.

 

Fuente: iEco

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