El consultor Daniel Scandizzo inaugura las columnas de management con el siguiente texto:
Si el verano puede ser transformado en vacaciones, la lectura es candidata a ser protagonista del descanso. Tiempo para leer lo que no leemos en las rutinarias jornadas del resto del almanaque. Tiempo para proyectarnos mucho más allá de marzo.
Comparto con ustedes una de las primeras lecturas que pasó por mi vista durante este incipiente enero.
Cuenta la historia que los navegantes del Támesis, en Londres, que transportaban miles de pasajeros, eran los trabajadores más numerosos de la ciudad hacia el siglo XVI. Estaban constituidos en una sociedad, fijaban las tarifas y se resistían a los intentos de regulación por parte del gobierno.
El progreso, sin embargo, no estaba de su lado. Cada vez que un nuevo puente unía la urbe el resultado era cantado: menos pasajeros, menos clientes, menos empleo. No era todo pérdida para los navegantes: siempre recibían una compensación. Incluso recientemente, en el año 2000, los constructores del Puente del Milenio pagaron una compensación a la Sociedad de Navegantes.
Cinco siglos después, el caso aflora cuando recordamos los conflictos que se generados por la irrupción de Uber y la polémica instalada: servicio tradicional y empleo intensivo por un lado, servicio personalizado y automatización por el otro.
Las fuerzas gemelas de la globalización y del cambio tecnológico están volviendo obsoletos numerosos empleos tradicionales en los países desarrollados, de la misma manera en que la profesión de los navegantes desapareciera en épocas anteriores.
En una reciente publicación en el blog del Financial Times, el economista Gavyn Davies (ex director de la BBC) concluyó que la economía necesitaba urgentemente ponerse al día con esta realidad: «Cómo compensar a los perdedores de la globalización será la gran historia en macro durante 2017», escribió Davies.
Que hay perdedores en la batalla de la globalización lo confirman los resultados electorales del año que partió: Brexit y Trump son, en gran parte, producto de este bando que va abajo en el marcador.
Que se hable de compensar a los que perdieron implica un giro en la óptica general sobre un proceso en el que aparentemente solo había ganadores.
Y las alternativas van desde proporcionar a todos los ciudadanos un ingreso básico universal garantizado por el Estado (idea que están poniendo en marcha de manera parcial Finlandia y Holanda, pero fue rechazada por Suiza), hasta otras más “suaves” como aumentar salario mínimo, viviendas más baratas para favorecer la movilidad laboral, aumentar la financiación para la capacitación laboral o disminuir impuestos al trabajo.
El partido ya se está jugando, un equipo se adelantó en el score, el resultado final aún es una incógnita. En los países no desarrollados, el tema no tardará en escalar a los primeros renglones de la agenda.
Por Daniel Scandizzo
AxiaBiz Consulting
Fuente:
http://blogs.ft.com/gavyndavies/2016/12/11/how-should-we-compensate-the-losers-from-globalisation/
