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Alejandra Riofrio, la enóloga de Navarro Correas

Alejandra Riofrio es la enóloga elegida para continuar no sólo con la tradición de los Navarro Correas sino, además, para cumplir con los sueños de cientos de mujeres a las que las apasiona una industria que hasta hace no mucho era completamente dominada por hombres.

Nacida en Mendoza, desde muy pequeña recuerda los buenos momentos compartidos alrededor de la mesa, acompañados por las preciadas botellas de vino que guardaban en la cava familiar. A los 16 años comenzó su camino en el mundo de la enología, cuando realizó su primera pasantía en una bodega cercana a su casa en Maipú.

-¿Cuánto y de qué manera ha cambiado la industria del vino desde que comenzaste a trabajar con el vino?

-Cuando yo empecé en esta industria en el 2008, en una pasantía, éramos muy poquitas mujeres, no sé si habremos llegado a cinco o seis, en su mayoría estaban en el laboratorio pero, lo que era bodega, había alguna, era una sola enóloga. Todos los demás eran hombres. A lo largo de los años no solamente se han ido incorporando en números y en cantidad, no solo en la bodega sino en el rubro, sino que también han ido escalando puestos cada vez más importantes.

Sin dudas el cambio ha sido significativo porque todas mis colegas, amigas de la facultad, las que empezaron a trabajar hace una década atrás, estaban más en el laboratorio, en control de calidad, era difícil ir un poco más allá, te insisto en esta última década ha sido muy radical el cambio que se ha hecho.

Hoy en día tenemos mujeres a cargo de gerencia, que están ocupando puestos muy importantes como algunas que son directoras lo que me hace muy muy feliz.

Ojo, no solamente me refiero a las mujeres en bodega sino en todas las áreas, hoy ya hay mujeres comerciales, en esa época solo estaban en marketing y hoy son buenísimas vendedoras de vino, mujeres a cargo del equipo de agronomía. Esta es industria muy grande, se necesita gente capacitada en todas las áreas y está buenísimo que ahora haya muchas mujeres dispuestas a ocupar esos lugares.

-¿Qué carrera habrías elegido si no fuera por el vino?

-No sé, cuando era chica quería hacer tantas cosas quería ser médica pediatra, cirujana, quise estudiar física, profesorado de física pero cuando tenía 16 años, cuando hice mis primeras pasantías en el colegio secundario, me pasó que entendí que yo quería hacer esto, dedicar a hacer esto toda mi vida. Hoy no me imagino haciendo otra cosa que no sea esto que hago, esto que amo. Si tuviera que elegir otra cosa me iría a trabajar al campo, agronomía, algo que me permita estar en contacto con la naturaleza, que me permita disfrutar de lo que nos da la madre tierra. La verdad no me imagino haciendo otra cosa.

-¿Cuál es el mejor consejo que recibiste respecto al vino o tu trabajo?

-No sé si fue el mejor consejo que recibí pero son palabras que me han quedado grabadas a fuego. En el último año de facultad, el último día, una profesora nos dio un mensaje muy especial y muy sentido, lo dirigió particularmente a las mujeres en particular. Nos dijo que lo que venía no iba a ser nada fácil, que había que ponerse la vida al hombro y pelearla, lucharla. Por los sueños, por nuestras convicciones, que el mundo en el que vivíamos era hostil, que vivíamos en un país donde rigen las diferencias.

Me quedó grabado. Pero hoy por suerte, gracias a Dios, hay lugares como la bodega donde trabajo donde tengo la posibilidad no solo de seguir mis sueños sino, además, la posibilidad de alcanzar mis metas. Hoy hago una bebida que me encanta, algo que le gusta a mucha gente, acá y en todo el mundo, es muy lindo, es una sensación que llevo conmigo, que me permite seguir cumpliendo con todos mis sueños.

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