Mendoza

Apuntes de la crisis que acelera / Newsletter de Mauricio Llaver

Cualquier cosa puede suceder en la Argentina en las próximas semanas. Los acontecimientos toman una dinámica propia y el gobierno no sabe qué hacer. Al experimento Fernández & Fernández se le abren las costuras y se le cuentan las costillas. Y cuidado con agosto, porque comienza el juicio oral y público a Cristina. Aquí, algunas cosas sueltas sobre estos días vertiginosos.

24 de julio 2022

QUÉ RÁPIDO NATURALIZAMOS LAS COSAS. Uno de los síntomas de la crisis que nos envuelve es la manera como naturalizamos las cosas. No nos escandaliza que un dólar cueste trescientos treinta y ocho pesos (338), y no nos sorprenderíamos si llegara a los 400 o a los 500 o a los 800. Nos hemos acostumbrado a que cualquier cosa pueda pasar en la Argentina, y protagonizamos la misma película de siempre: inflación en espiral, ingresos que se licuan, pobreza que crece, futuro que se estrecha. Ya lo sabemos. Mientras tanto, intuimos que vamos hacia un choque inevitable, y solo nos preguntamos cuándo sucederá. Es así.

NÚMEROS QUE GRITAN. Silvina Batakis lleva tres semanas de ministra de Economía y tiene tanto desgaste como Martín Guzmán cuando se fue. Unos pocos números resumen su no-gestión:

Dólar blue: subió de $ 239 a $ 338. Son 99 pesos, lo cual implica una devaluación del 41,4%. Sólo en esta semana subió 45 pesos.

Riesgo País: ya está en los 2.900 puntos. Si alguien cometiera la temeridad de prestarle a la Argentina, le cargaría 29 puntos de interés a la tasa de los bonos de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Banco Central de la República Argentina: vendió 300 millones de dólares esta semana y 920 millones en lo que va de julio.

Las consecuencias de esos números se manifiestan de varias maneras: desde que un maple de huevos cuesta $ 750 (al menos cerca de mi casa), hasta la paralización de numerosas actividades porque “no hay precios” o “no sabemos lo que va a pasar”.

CON PERDÓN DE LA INVESTIDURA. En el fondo, la explicación sobre el fracaso de Batakis es simple: no ha podido torcer ninguna expectativa. Aunque la culpa principal no es de ella, sino de la pelea de perros entre los inventores del experimento Fernández & Fernández. Cristina no habla y está siempre a un tuit de hacer explotar todo. Y Alberto, con perdón de la investidura presidencial, parece empastillado, dice pavadas inconcebibles (¿de dónde sacó que Europa tiene inflación del 500% y EEUU del 800%?) y vuelve a mimetizarse con el kirchnerismo clásico al echarle la culpa a los demás (el campo, otra vez) de los desastres que está haciendo su gobierno.

¿QUIÉN VA A INVERTIR? Con este escenario, lo primero que pensamos es en quién va a venir desde afuera a invertir en la Argentina. Es parte de nuestra matriz de análisis. Pero en realidad, el mayor problema no es ese, aunque las inversiones extranjeras sean muy bienvenidas y haya que promoverlas todo el tiempo. El mayor problema es que, así, no invertimos los propios argentinos. Los empresarios hacen mantenimiento, los créditos son inalcanzables (con esta inflación todos se tienen que cubrir), y los dólares siguen rellenando los colchones. El día que ese PBI que tienen los argentinos bajo tierra se vuelquen a la inversión, los capitales extranjeros van a venir solitos. Pero con condiciones como las actuales, cualquier inversión es de un riesgo demencial.

TUIT DE LA SEMANA. Diego Brancatelli, militante K que trabaja de periodista, dirigiéndose a la portavoz Gabriela Cerruti: “Estimada @gabicerru Es momento de terminar con ese discurso, explicación o razonamiento. Están errados. EL DÓLAR BLUE impacta de lleno en todos los argentinos. No sean necios. Genera inflación y mal humor social. Pónganse a laburar y hagan algo para detener esta catástrofe. Dale?”

CRISISTINA Y EL TITERAZGO. La crisis da para todo, incluso para la invención de nuevos términos: un hashtag en Twitter es #CRISISTINA. Y Carlos Pagni demolió a Alberto Fernández con una corrosiva definición de su rol: “Titerazgo presidencial”. Sospecho que vendrán muchos más.

LA ENFERMA TERMINAL Y LOS NUEVE DÍAS DEL FISCAL. Joaquín Morales Solá, La Nación: “‘La situación judicial de Cristina Kirchner es, en términos médicos, el de una enferma terminal. Y ella lo sabe’. La descripción de la fragilidad judicial de la vicepresidenta corresponde a un juez de instancias intermedias que conoce casi todas las causas que persiguen penalmente a la jefa de la coalición peronista gobernante. En lugar de buscar un tratamiento que le extienda el tiempo que le queda y le mejore la calidad de vida (esto es: encontrar una buena defensa y tratar de no agredir al médico), Cristina Kirchner descerrajó un serio conflicto de poderes con acusaciones falsas y manipulaciones de la historia. Una grave colisión entre la cabeza del Poder Legislativo, que es ella, y la del Poder Judicial, que es la Corte Suprema. Nunca antes el país había vivido semejante conflicto instigado solo por los intereses personales de un importante miembro de la jerarquía política. Ella sabe que está acorralada, sobre todo después de que la Corte Suprema rechazara una serie de apelaciones suyas sobre la causa de Vialidad (el direccionamiento de la obra pública hacia Lázaro Báez, el amigo de los Kirchner). Es la causa más avanzada sobre supuestos actos corruptos de la poderosa familia política, que se está ventilando en un juicio oral y público. El fiscal Diego Luciani pidió nueve días para su alegato, que se realizará a principios de agosto. Luciani es un fiscal honesto e independiente. Luego, sucederá la resolución del tribunal oral. Aunque nadie sabe en qué consistirá esa decisión, la enormidad de las pruebas y los testimonios hacen imprevisible una declaración de inocencia de Cristina Kirchner”.

PREPARÉMONOS PARA AGOSTO. Hay que pensar en esto: dado que el juicio es oral y público, podría ser transmitido por televisión si el tribunal lo autorizara. Imaginemos nueve días de acusaciones, con detalles de los supuestos delitos, en un clima político como el actual, con Cristina acusada de ser jefa de una asociación ilícita para direccionar la obra pública en Santa Cruz en favor de Lázaro Báez. Señores, si el mes de julio está convulsionado, preparémonos para agosto.

BULLRICH, COALICIÓN Y GOBIERNO COMPARTIDO. En momentos en que todos miran lo que está haciendo la oposición, Patricia Bullrich estuvo esta semana en Entre Ríos e hizo estas declaraciones sobre la relación entre el PRO y la UCR: “Creo que hay que compartir el gobierno. Como nos pasó en el 2021, en esta elección (por la del año próximo) las fórmulas necesariamente tendrán que ser compartidas porque hay afinidades y esa es la forma de construir. Somos una coalición. En nuestra primera experiencia gobernó el PRO acompañado parlamentariamente por el radicalismo y con algunos ministros radicales. Una coalición tiene que ser más que eso: tiene que ser un gobierno compartido”.

¿ACUERDO? NO, GRACIAS. Como nada está muy claro en este gobierno, tampoco fue muy claro si llamó a la oposición a un diálogo, porque un día pareció que sí y otro pareció que no. Pero la oposición se mostró muy realista: que el gobierno se haga cargo de su desgobierno, que ya incluye hasta alusiones a sangre en las calles. Parece que hay bastante consenso en no dejarse enredar con los bellos discursos de amistad cuando las papas queman. Veremos cómo sigue, pero la primera reacción marca que ninguno de los líderes de JxC va a caer en la ingenuidad.

Y UN VINO, POR SUPUESTO. Una degustación con Andrea Ferreyra, jefa de Enología de La Celia, me hizo comprobar por qué me gustan tanto los vinos de esa bodega de San Carlos. No hay ninguna casualidad: hay un plan, inversión, investigación, y todas las ganas del mundo de que el terroir exprese lo mejor que puede dar. La línea Los Terruños comenzó a pensarse en 2013, y recién en 2017 se lanzó la primera cosecha. Esos son los vinos que probamos: Paraje Altamira 2017 (Malbec), La Consulta 2017 (Cabernet Franc) y Eugenio Bustos 2017 (Cabernet Sauvignon). La Celia tiene la ventaja de que, en su tremendo paño de 380 hectáreas plantadas, conviven las tres geografías que dieron lugar a estos vinos. Fueron estudiando los terrenos, llenándolos de calicatas, hasta que llegaron al pedacito ideal del cual extraer las uvas para esta línea (en cada uno, de no más de una hectárea). Y eso se nota en el resultado final: los vinos son ricos, expresivos, profundos, y al mismo tiempo jugosos y tomables. Si tengo que elegir un favorito, me quedo con el Cabernet Sauvignon (de la parcela de Eugenio Bustos). Pero eso quizás se deba al momento, a esa botella en particular, a la temperatura, o simplemente a cómo estaba mi paladar ese día. Los vinos son así. Cualquiera de los tres es altamente recomendable, y es bueno que tengamos tantas opciones para darnos el lujo de discutir cuál nos gusta más.

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