Nueva York, Miami, Ginebra y Zúrich son, según conocedores del sector, las plazas preferidas. “Cuando todo el mundo empezó a viajar a Punta del Este, Uruguay pasó a ser un país grasa para guardar dinero. Entonces, se fueron a los Estados Unidos. Y, cuando se hizo popular, se lo cambió por Suiza. Hoy, en Montevideo, no debe haber más de US$ 5000 millones”, estima un ex banquero, quien señala que, en el país vecino, hacen base más de 1000 intermediarios, a los que caracteriza como “operadores pertenecientes a bancos que buscan clientes con cuentas considerables para que fuguen a sus filiales del exterior”. A cambio, cuenta, la casa financiera y su colaborador reciben comisiones del 0,75 al 4 por ciento del total evadido.
Nuevas cuentas de argentinos no declaradas por el mundo fueron descubiertas en el último tiempo. En el marco del convenio de intercambio de información de la AFIP con su par francés, Ricardo Echegaray, titular del organismo, recibió, carpeta en mano, en París, la información de 3900 cuentas no declaradas en Suiza. Los datos fueron brindados por Hervé Falciani, un ex empleado de la filial suiza del HSBC que, hoy, trabaja para el Estado galo.
Gran parte del dinero, también, se encuentra en paraísos fiscales. Ideados por las familias francesas que disfrutaban las mieles de la Revolución Industrial y querían evitar impuestos, “se trata de lugares que permiten guardar riquezas bajo un estricto secreto bancario y tienen sistemas de muy baja o nula tributación”, los caracteriza Raúl Saccani, socio a cargo de Forensic & Dispute Services en Deloitte. Allí, tienen jurisdicción las compañías a través de las cuales se fuga. “La idea es proteger el patrimonio, separarlo de la persona dueña y ponerlo en un tercero”, añade el experto.
Escapistas de Bienes Personales, Ganancias o una presión tributaria que llega al 37 por ciento (sólo a nivel nacional, sin considerar impuestos provinciales y municipales), los evasores argentinos tienen sus sociedades offshore preferidas. “Generalmente, están en Occidente, en las Islas Jersey u otras, ubicadas en el Caribe. Oriente (Pacífico o Emiratos Árabes) no es tan común”, detalla Saccani. Un ex operador desliza: “Las sociedades que ofrecíamos estaban en Jersey, Guernsey, Seychelles y casi todas las Islas del Canal. Pero el dinero nunca era transferido de banco a banco. Generalmente, hacía escala en Puerto Rico”.
Socio de Forensic Services en KPMG, Diego Bleger interpreta: “Las tendencias son impartidas por las cuevas, que tratan de que la gente vaya a los lugares donde ellos cobrarán mayor comisión”. Agrega que, una vez sacado el dinero del país, las formas más comunes de lavarlo se dan a través del real estate o mediante la compra de joyas. En Francia, Echegaray advirtió que la mayoría de los inmuebles sin declarar estaban en Uruguay, España y los Estados Unidos, y que las sociedades no declaradas se radicaban, en su mayor parte, en Uruguay, Panamá y los Estados Unidos, según informa el sitio Apertura.
En 2011, con el miedo a una devaluación post-elección presidencial, se escaparon US$ 21.504 millones, casi el doble que en 2010 (US$ 11.410 millones). Sin querer tocar el tipo de cambio, el Gobierno cerró la canilla de dólares y, según el BCRA, en 2012, redujo la fuga a US$ 3040 millones.
En su análisis, la entidad no contempló la salida que empezó a darse por la compra del dólar paralelo, cuyo precio, por esos días, alcanzó una brecha de 40 por ciento respecto al oficial. Ese escape se hizo más notorio en 2013, cuando la entidad informó que, por primera vez desde 2005, no hubo fuga, sino una oferta neta de activos financieros de US$ 397 millones. “Esos números no son representativos. La verdadera fuga no se genera a través del cash”, desliza un economista.
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