(Télam) – A las 18 de hoy, desde la base de Kourou, en Guayana Francesa, se lanzará el primer satélite geoestacionario argentino, denominado Arsat-1, que constituye el inicio de un camino que se completará con el Arsat-2 para abarcar un extenso territorio desde Estados Unidos hasta Islas Malvinas con servicios de televisión directa al hogar, acceso a Internet con recepción en antenas Vsat y telefonía IP.
«Estamos con el satélite prácticamente en el espacio, tienen que pasar un montón de cosas pero sabemos que está bien hecho y nos sentimos contentos con el resultado», compartió el presidente de la empresa estatal Arsat, Matías Bianchi, en diálogo con Télam.
Bianchi contó que un equipo de una veintena de personas trabaja hace un mes y medio en controles técnicos del aparato en la estación espacial y «está todo bien, en línea para el lanzamiento que arrancará por la mañana con chequeos de prueba hasta el momento en el que hay una ventana entre las 18 y las 19» para poner al Arsat-1 en el espacio.
Entonces, el lanzador soltará el satélite a 250 kilómetros de la Tierra, desde donde deberá remontar hasta los 36 mil kilómetros en la posición orbital definitiva comandado desde la sala de Operaciones Satelitales dirigida por Juan Aurelio, en la estación terrena en la localidad bonaerense de Benavídez.
«Pasa de una órbita elíptica como la de un balón de rugby a la redonda de una pelota de fútbol», sin variar el punto en el que se estaciona encima de la Tierra, durante un mes de maniobras con un motor que gasta el 80 por ciento del combustible del aparato.
«Hay una transformación que se está dando a una velocidad muy rápida entre el sueño y la realidad», dijo Bianchi respecto al sentimiento general de la «gente que estuvo trabajando mucho en satélites hasta que un día le dijeron ‘ahora tenés que fabricar uno en Invap'», la empresa estatal rionegrina, en Bariloche.
Ese sueño «se fue trabajando; avanzaba un poco más o un poco menos, como cuando uno está en un río ancho y el agua no se mueve, pero cuando llega a la zona de rápidos el bote va cada vez más rápido: esa era la sensación», comentó Bianchi, joven ingeniero industrial egresado de la Universidad de Buenos Aires.
El resultado constituye «una experiencia muy valiosa, y decimos que entre Arsat y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales tenemos que tener la ‘sala limpia’ de Invap ocupada con satélites y proyectos continuos, porque no podemos perder la práctica de la gente que trabaja ahí», enfatizó.
«Tenemos que lograr capitalizar esta experiencia en otras industrias y expandirla con una mirada regional, trabajando con otros países latinoamericanos para compartir esto que tenemos», acotó.
Bianchi se refirió a «desarollar la plataforma de satélites y movernos rápido sobre el piso sólido que hemos establecido para acortar los ciclos», de cara al futuro con el Arsat-2, ya en ensayos y con lanzamiento previsto en 2016, y el Arsat-3, previsto para 2018, así como también para trabajar con terceros.
Bianchi informó que «Argentina gasta anualmente unos 25 millones de dólares en alquiler de capacidad satelital que, una vez transferidos los clientes al Arsat-1, va a dejar de gastar».
Actualmente «la capacidad satelital empresaria está concentrada en tres empresas, una estadounidense, una europea y una mixta», dijo.
El proyecto Arsat-1 demandó 270 millones de dólares y permitió que Argentina no perdiera la posición orbital 81, codiciada porque enfoca desde Estados Unidos hasta las Malvinas, y con el Reino Unido en espera en la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
El riesgo de pérdida de la posición orbital se remonta a cuando la empresa Nahuel tenía el servicio satelital privatizado y debía construir el segundo Nahuel-SAT, pero discontinuó la actividad; en 2006, el gobierno de Néstor Kirchner decidió crear Arsat.
En 2007 el primer Nahuel-SAT salió de servicio por acabar su vida útil y Argentina debió alquilar el AMC 6, desde donde irán migrando los servicios hacia el flamante satélite geoestacionario nacional.
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