Mendoza

Egipto, un viaje a una civilización fundacional / Newsletter de Mauricio Llaver

Dentro de mil años, los dioses harán las cuentas finales / Gracias, Napoleón / La cara buena del imperialismo (con perdón) / El final del Ramadán en un país islámico / Los cristianos coptos y la tradición de José, María y Jesús / Hatshepsut, las fórmulas de los perfumes y el río sagrado / Viajar por el Sahara hacia la hazaña de Abu Simbel / Nostalgia en la puerta de Adriano / Y una recomendación, por supuesto: no dejen de conocer Egipto.

El Cairo, 7 de mayo 2021

TODAVÍA NOS FALTAN MIL AÑOS. Una de las cosas que más me impresiona del cristianismo es que lleve dos mil años de vigencia sobre el mundo occidental. Pero estoy en Egipto y puedo apreciar lo que significó una civilización que duró tres mil años. Lo del cristianismo es remarcable, desde sus orígenes como una secta de un líder con 12 apóstoles, hasta su influencia actual como un Estado que sólo tiene una Guardia Suiza para defenderse, donde la palabra es más importante que la espada. Pero para igualar a Egipto nos faltan mil años. Es mucho tiempo, y sólo los dioses sabrán cómo será la cuenta final.

Saqqara, la pirámide más antigua, de 4.800 años de antigüedad. La Sala de Columnas de su cementerio es la primera construcción en piedra de la historia de la humanidad.

¡VIVA NAPOLEÓN! Las pirámides y templos son apabullantes. Y por lo menos en mi caso, sentí que algún hilo histórico me unía con su pasado y su presente. Contienen un mensaje: se puede hacer algo para trascender. El templo de Karnak tiene 4.700 años. Keops, la pirámide más famosa, aproximadamente 4.600. Aquella civilización también es una metáfora de que todo puede brillar, opacarse y renacer. Después de sus milenios de gloria, Egipto quedó en silencio, como un misterio indescifrable. Pero llegó Napoleón Bonaparte con su ejército, sus ingenieros, sus investigadores, y revivió aquel pasado gracias al hallazgo de la piedra de Rosetta, que contenía jeroglíficos con su equivalencia en los idiomas demótico y griego antiguo. Así se pudo traducir lo que decían esas imágenes misteriosas. Y aquella civilización se salvó para siempre.

LA CARA BUENA DEL IMPERIALISMO (CON PERDÓN). Al Egipto histórico lo conocemos gracias al imperialismo. En su conquista de 1798, Napoleón llevó consigo a 165 estudiosos de diversas disciplinas. Era el mismo espíritu de buscar lo desconocido, y de admitir la propia ignorancia sobre muchas cosas, con que se edificaron los grandes imperios, que por supuesto también incluían su salvajismo. Pero el trabajo que el francés Champollion y sus colaboradores hicieron con la piedra de Rosetta impidió que una civilización de tres mil años quedara sepultada en el misterio y privara a la humanidad de su legado. Es sólo una muestra más de que el imperialismo tiene dos caras, y una de ellas muchas veces es positiva. Decirlo va en contra de la corrección política, pero es así.

EL FINAL DEL RAMADÁN. Este viaje coincidió con el final del mes del Ramadán. Durante ese período, los musulmanes ayunan entre las cuatro de la mañana y las seis de la tarde (la primera y última oración del día). En los casos de los choferes de nuestro viaje, observaron las reglas con absoluta disciplina. No comían ni bebían nada. Mientras nosotros desayunábamos y almorzábamos, se quedaban a nuestro lado sin abrir la boca, literalmente. Mientras nos contaban sobre su ayuno, sacaban cuentas de cuántas horas o minutos les faltaban para poder comer, y lo hacían con buen humor. A las seis de la tarde, por los altoparlantes y las radios sonaba la oración que les permitía romper con el ayuno. Ahí nos pedían disculpas porque necesitaban comer y tomar algo de líquido. Me gustó ver eso. Merece respeto.

CRISTIANOS EN EL BARRIO COPTO. En Egipto no todos son musulmanes, y los cristianos coptos representan entre el 10 y el 30 por ciento de la población (la cifra depende del guía al que se le pregunte: aquí también serán los dioses quienes tengan la respuesta). El Evangelio de Mateo (el único de los cuatro que menciona este hecho), cuenta que José y María huyeron con Jesús desde Belén hacia Egipto, para escapar a la persecución de Herodes. En El Cairo hay un barrio copto, con su iglesia cristiana, y una habitación y un pozo de agua donde, según una tradición del lugar, vivió la sagrada familia hasta que Jesús tuvo 12 años. Un dato de color es que en esa misma iglesia hay una prensa para hacer vino que data de aquella época.

Iglesia cristiana copta en El Cairo. Según la tradición local, en esta habitación vivió la sagrada familia durante su huida a Egipto.

EN EL TEMPLO DE HATSHEPSUT. La última emperatriz de Egipto fue una de las más famosas: Cleopatra, amante de Julio César y esposa de Marco Antonio. Aparece hasta en canciones del rock argentino. Pero unos 1.400 años antes de ella existió Hatshepsut, una de las pocas mujeres reinas de la antigüedad, quien construyó un templo extraordinario que lleva su nombre, cerca del Valle de los Reyes. El templo quedó abandonado durante siglos, y un trabajo de casi cuatro décadas lo terminó de restaurar en 2008. Una lástima para la historia es que su hijo la despreciara, porque cuando Hatshepsut murió, su heredero hizo borrar todas sus imágenes de las pinturas y mandó a cortar la cabeza de todas sus estatuas. Su imagen sobrevive en una esfinge en Memphis, pero su templo, aunque ella esté borrada, sigue asombrando 34 siglos después.

LAS FÓRMULAS DE LOS PERFUMES. El templo de Horus está en la ciudad de Edfu y tiene dos particularidades. Una es que es el mejor conservado de los antiguos, después de que quedó enterrado durante unos 1.800 años (lo revivió un arqueólogo francés en el siglo 19). Otra es que tiene un “laboratorio de esencias”, una habitación con una pared donde están grabadas las fórmulas egipcias para producir perfumes. Según nos explicaron en el templo, los franceses han utilizado muchos de esos conocimientos para su industria de fragancias. Y cuando entran a esa habitación, “a veces se quedan hasta dos horas haciendo preguntas”.

Eslam, guía de Luxor y el Alto Egipto, muestra las fórmulas de los perfumes en el templo de Horus.

NAVEGANDO POR EL RÍO SAGRADO. Navegar por el Nilo no es poca cosa, porque si no es el río más mítico del mundo, anda por ahí. Es el alma de Egipto, donde todo depende de él, desde su atracción para los turistas hasta el poder nutriente del limo que dejan sus aguas. En algunos templos existían los “nilómetros”, que medían las marcas de hasta dónde llegaban aquellas aguas (si la marca era más alta significaba que la cosecha iba a ser más grande, y por lo tanto cobraban más impuestos: no hay nada nuevo bajo el sol). En el Nilo de hoy navegan tantos cruceros que a veces amarran en grupos paralelos a sus orillas. Para llegar a mi barco, una vez tuve que atravesar el lobby de otros tres: los amarran pegados uno al otro y los conectan con pasarelas. La navegación, mirada desde la cubierta superior, tiene un espectáculo adicional: los vendedores de ropa que se arriman en sus botes, empiezan a llamar a los pasajeros, les muestran la mercancía y, si alguien muestra interés, le arrojan el objeto a la cubierta envuelto en una bolsa. Mientras tanto, casi como parte del show, se regatean los precios a los gritos. Si alguien quiere comprar, pone el dinero en la bolsa y se la arroja de vuelta. Si no, vuelve el objeto solo. No sé qué pasará si alguien se queda con la prenda y no la paga. Debe estar contemplado en el riesgo empresario.

Los barcos amarrados en paralelo a la orilla del Nilo.

POR EL SAHARA, HASTA LA HAZAÑA DE ABU SIMBEL. Hay dos maneras de llegar a Abu Simbel, ubicado al sur del país, cerca de la frontera con Sudán. Una es por avión y otra por una carretera (muy buena) que atraviesa el desierto del Sahara. Yo lo hice por carretera, en una caravana de ómnibus y minibuses, porque mejor no quedarse varado por ahí. Son cuatro horas de viaje, que bien valen la pena. Abu Simbel es un templo (en realidad, dos), desmontado y trasladado pieza por pieza cuando se construyó la represa de Asuán, porque su emplazamiento original iba a quedar bajo las aguas. El trabajo fue financiado por la Unesco y está considerado como una hazaña arqueológica única. El templo se trasladó 200 metros más adentro y 65 metros más arriba de donde se encontraba. Se movieron más de mil bloques, de 20 a 30 toneladas de peso cada uno, y a su alrededor se construyó un monte completo para contenerlo. El trabajo duró cuatro años. Cuando uno se para frente al templo mayor, de Ramsés I, y además conoce esa historia, el asombro es inevitable. Abu Simbel expresa hermosamente el costado mejor de la humanidad.

En el templo de Ramsés I en Abu Simbel. Su relocalización expresa el costado mejor de la humanidad.

NOSTALGIA EN LA PUERTA DE ADRIANO. Una civilización de tres mil años se desarrolla en varias etapas, y en Egipto se nota con claridad. A medida que decaía el poder de los faraones, el mundo grecorromano aumentaba su influencia. Se aprecia en templos como Luxor, Kom Ombo (a orillas del Nilo) y Philae, que poseen una arquitectura diferente y muestran relieves de Alejandro Magno, en el siglo cuatro antes de Cristo. En Kom Ombo están grabados los primeros instrumentos quirúrgicos de la historia, al igual que el primer calendario. Y en Philae se evidencia el imperio romano, con sus puertas de Augusto y Adriano, y el salón de Trajano. En la puerta de Adriano hay algo que me produjo una gran nostalgia: la última inscripción jeroglífica de la historia. Alguien, un día cualquiera, grabó unas inscripciones sobre una pared, sin saber que su cultura ingresaba en una noche que iba a durar varios siglos.

El último jeroglífico tallado de la historia, en la Puerta de Adriano, templo de Philae.

NO SE PIERDAN EGIPTO. La primera recomendación sobre Egipto es que no dejen de ir. Es una inmersión en la primera gran civilización que conocemos, de la cual nos quedan la arquitectura, las tinturas asombrosas que todavía relucen en las pinturas de muchos templos, la aparición de la burocracia como forma de administrar la cosa pública, el papiro como sostén flexible de la escritura y la invención de los perfumes, entre otros legados. La segunda recomendación es que contraten una buena agencia de viajes, porque la organización es fundamental para un itinerario de esas características y Egipto está muy bien organizado en lo turístico. Es muy importante que a uno lo esperen en el aeropuerto, con un transporte oficial, y que un guía acompañe en todo momento, con las explicaciones en los templos o en las caminatas por calles atestadas de personas. Estamos hablando de un mundo muy distinto del nuestro, con códigos culturales y costumbres sociales y religiosas muy diferentes. Pero es un mundo fascinante, capaz de transportar nuestra alma y nuestra curiosidad a momentos fundacionales de la historia humana. Y esa aventura no tiene precio.

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