(Télam) – La caída del euro a su menor nivel en 12 años y su virtual paridad con el dólar comenzó a profundizar las diferencias entre los países que integran la Unión Europea, en un contexto donde la posibilidad de un acuerdo entre Grecia, el FMI y las autoridades monetarias del Viejo Continente entró en un nuevo punto muerto.
El euro tuvo una caída del 6,7% en los últimos treinta días, lo que presionó a la moneda común a su mínimo nivel de los últimos doce años. Al cierre de los mercados europeos el último viernes, el euro caía 1% con respecto al día anterior y cotizaba a 1,0522 unidades por dólar.
El principal motivo del descenso son las políticas de estímulo monetario impulsadas por el Banco Central Europeo (BCE), que el lunes pasado comenzó a desarrollar su plan de inyección de liquidez mediante la compra de bonos de deuda pública y privada a un ritmo de 60.000 millones de euros mensuales, destinado a combatir la deflación e incentivar el crecimiento económico.
Además, las expectativas de una próxima suba de las tasas de interés en EEUU por parte de la Reserva Federal de ese país agregó presión al mercado de divisas mundial.
La combinación de estos factores promovió que analistas del sector ya comenzaron a anticipar una paridad entre el euro y el dólar. En una entrevista con el diario especializado Market Watch, una analista de Goldmann Sachs señaló que la convergencia podría darse en septiembre de este año.
Pese a mejorar la competitividad de la eurozona en general, la caída del euro impacta negativamente en las economías menos desarrolladas del continente, que perciben la suba como una amenaza a la estabilidad de los precios internos.
El abaratamiento del euro y la inyección de liquidez por parte del BCE también abre la posibilidad que países y gobiernos locales puedan financiarse a una tasa más baja en el mercado internacional.
Sin embargo, países como Grecia mantienen un importante déficit fiscal que eclipsa las eventuales mejoras obtenidas por la depreciación de la moneda común.
«En mi opinión, el BCE está persiguiendo una política con nuestro gobierno que podría ser considerada asfixiante», expresó el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varoufakis, en una entrevista concedida la semana pasada a la televisión griega.
Por otra parte, el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, advirtió esta semana de las consecuencias de una salida de Grecia del euro y consideró que una «Grexit» sería «el principio del fin».
«Al menos estaremos todos de acuerdo en Europa en que un ‘Grexit’ sería una catástrofe, no sólo para la economía griega, sino para toda la eurozona. Al fin y al cabo, esto es más que una zona común de tipo de cambio. Es una unión monetaria», afirmó el funcionario en declaraciones al semanario alemán Der Spiegel.
Pese a los asiduos enfrentamientos entre Atenas y Berlín, el gobierno de Ángela Merkel reiteró que la permanencia de Grecia en la zona euro es «un objetivo común» de todos sus socios.
No obstante, un portavoz de la Cancillería insistió en que el gobierno de Alexis Tsipras debe «cumplir» con sus compromisos, pese a no descartarse lo que su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, calificó una vez como una potencial «salida accidental» de Grecia de la eurozona.
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