Mendoza

El gobierno hace pedazos la ilusión de la Scaloneta / Newsletter de Mauricio Llaver

Después de dos días milagrosos sin grieta gracias al mundial de fútbol, Fernández & Fernández, con sus gobernadores aliados, arruinaron todo y nos pusieron al borde del abismo institucional. Si el ejemplo de la Scaloneta despertó alguna ilusión, lo borraron de un plumazo a pura torpeza y autoritarismo. La pregunta de fondo es sencilla y gravísima: si la cabeza del país no acata las leyes, ¿qué queda para el resto?
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24 de diciembre 2022

UNA ILUSIÓN HECHA PEDAZOS. La ilusión de la Scaloneta, con su ejemplo de trabajo serio y un objetivo unificador, duró sólo un par de días en la República Argentina. Alberto Fernández decidió no acatar un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y la grieta se reactivó como si el domingo no hubiera pasado nada con la Selección de fútbol. La Argentina del viernes terminó muchísimo peor que la del lunes, y la euforia de las manifestaciones espontáneas dio paso a una enorme preocupación por el futuro institucional del país. Alberto Fernández, con su frívola irresponsabilidad, nos recordó a todos que mantiene un poder inquietante y que, además, le queda todo un año de gobierno. La forma más expresiva de los argentinos de manifestar su temor ante el futuro se mostró el viernes con toda claridad: el dólar cerró en 340 pesos. Lo que parecía un fin de año festivo gracias al Mundial cambió de un momento para el otro. Esa es la manera que tiene esta gente de gobernarnos y de arruinar todo lo que no puede controlar.

¿QUÉ QUEDARÁ DE LA REPÚBLICA? Más allá de este último cimbronazo de desobedecer a la Corte, la película completa muestra que, en las últimas semanas, ocurrieron los siguientes hechos en la Argentina: un Tribunal Oral Federal condenó a Cristina Kirchner a seis años de prisión por defraudación al Estado, la inhabilitó para ejercer cargos públicos, y la obligó a devolver más de 84.000 millones de pesos (todo sujeto a sus apelaciones a tribunales superiores, como corresponde); la Corte Suprema de Justicia dejó firme una condena de 13 años de prisión para Milagro Sala; y, en un plano simbólico pero mucho más importante de lo que se cree, los jugadores de la Selección nacional de fútbol rechazaron la invitación de Alberto Fernández para celebrar en la Casa Rosada. Todo parece pequeño en comparación con desobedecer un fallo de la Corte y que el presidente de la nación sea denunciado penalmente, pero la corriente profunda es clara: el gobierno está en aprietos. La pregunta es cómo quedarán las instituciones cuando culmine esta pelea entre las cabezas de la república.

LA SACAMOS BARATA. Esto ya parece lejanísimo, pero sucedió apenas el martes pasado: tuvimos la movilización más importante de nuestra historia, sin micros alquilados ni choripanes, con una alegría genuina que estaba por encima de las diferencias políticas. Y si se atiende a la proporción de vándalos, chorros, borrachines y exhibicionistas que hubo, la sacamos bastante barata. Había en las calles entre tres y cinco millones de personas, y un desborde en esas circunstancias podría haber sido una tragedia descomunal. Así que ya está: fuimos campeones, le pusimos onda a la llegada de los jugadores, y después de eso cada uno volvió a sus cosas. En las actuales circunstancias de la Argentina, fue casi un milagro.

EL DECRETO: A ESTA PELÍCULA YA LA VIMOS. El decreto de feriado de Alberto y su vodevil en Mendoza (esto también parece lejanísimo) fue como un déjà vu de la noche del atentado a Cristina. El presidente usó la lapicera inesperadamente, tipo relámpago, y acá en Mendoza el gobernador no supo muy bien qué hacer en un principio, hasta que al final eligió que trabajáramos. Sucedió lo mismo que la otra vez: la ejecución fue bastante imperfecta, pero la dirección fue correcta. La lapicera de Alberto nos va a volver locos a todos.

TUIT DE LA SEMANA. Esteban Bullrich, ex ministro de Educación y ex senador nacional: “Si declaramos asueto o feriado para recibir a la selección, no entendimos el ejemplo que nos dieron”.

TUIT DE LA SEMANA (II). Emilio Aguiló, emprendedor mendocino: “Te obligan a pagar un bono de $24.000 pero te quitan un día para producir mediante un decreto por un festejo mundialista en CABA (a 1.000 kms de distancia). Darwin estaría estudiándonos, no sé cómo sobrevivimos en Argentina”.

MESSI CAMPEÓN, JUSTICIA EN ESTE MUNDO. En un muy recomendable documental sobre Pelé que se encuentra en Netflix, el astro brasileño cuenta que cuando ganó el Mundial de 1970 lo primero que sintió fue “alivio”. Ni alegría ni felicidad ni nada: alivio. Eso debe de haber sentido el domingo Lionel Messi, cuando por fin consiguió lo único que le faltaba en la carrera futbolística más extraordinaria de la historia: el mundial de selecciones. Junto con él, todos sentimos ese alivio, porque sabíamos que por una vez teníamos justicia en este mundo, que el jugador que más había sufrido y merecido el título lo había conseguido. Y como para colmo tuvimos que sufrir como unos condenados, la catarsis fue mucho mayor.

UN LÍDER SANO. Y GOAT. El Mundial de Qatar es la consagración de un líder sano (lo más disruptivo de su vida fue llamarle “bobo” a un tipo que lo provocó), una celebridad planetaria felicitada por los grandes de todos los deportes, que sin embargo no deja de ser el pibe que sólo quería jugar a la pelota. Messi soportó como nadie la ingratitud de muchos argentinos durante lustros, fue víctima del exitismo de algunos que le exigían ser campeón del mundo, y llevó la carga de la inevitable comparación con Diego Maradona. Pero el pibe la aguantó siempre, superó la frustración de la final perdida contra Alemania en 2014 y las dos copas América contra Chile, se encontró de compañeros a unos hermosos pendejos que eran niños cuando él ya era un grande, y coronó una carrera que se resume con la sigla inglesa GOAT: Greatest Of All Time: el más grande de todos los tiempos. Nunca lo dudé, y ahora menos que nunca.

LA GRAN LECCIÓN DE LA SCALONETA: CON BUENOS VALORES SE CONSIGUEN BUENOS RESULTADOS. El mensaje de la Scaloneta es que la planificación, el esfuerzo, el talento, el mérito, el trabajo en equipo, generan buenos resultados. Y que no hay que recurrir a la magia de una sola persona (aunque sea un mago del fútbol) para “salvarnos”. Lo que nos va a salvar es la seriedad, la humildad, la perseverancia y la claridad de objetivos. Y la resiliencia, porque esta Selección se repuso de tremendos golpazos contra Arabia Saudita, Países Bajos y Francia, y al final terminó campeona. Son los viejos valores con que se edificó la Argentina y que estamos perdiendo como sociedad. Por eso la Scaloneta es un recordatorio de que volver a ellos podría ser lo mejor para todos. Y que con esos valores podríamos ganar muchísimas otras cosas y vivir un poco mejor.

Y UN VINO, POR SUPUESTO (QUE ESPERÓ 10 AÑOS PARA SER ABIERTO). En el año 2012 me regalaron de Bodegas Bianchi un vino que acababan de lanzar después de un acuerdo con la Fundación Leo Messi: Leo. Era un Malbec 2010 y en aquel momento dije: “Lo voy a tomar cuando Messi salga campeón del mundo con la Selección”. En la final contra Alemania, en 2014, lo tenía muy presente para abrir aquella noche: no pudo ser. En el Mundial de Rusia, ni siquiera tuve tiempo para ilusionarme. Pero el vino quedó guardado, y antes de empezar este Mundial, entre tantas emociones, tenía una mezcla de ilusión de poder abrirlo y de temor por no poder hacerlo. Por suerte lo pude hacer. Lo tomé esta semana con mi amigo Marcelo Farmache, y debo decir que lo que menos me importaba era el líquido: lo que me importaba era abrirlo, compartirlo, y sentir que, a mi modo, le había hecho algo de justicia a Leo Messi, le había hecho simbólicamente el aguante de esperarlo porque sabía que algún día se le iba a dar. Tengo varios vinos aguardando su momento, pero de todos ellos, ninguno me generó tanta ansiedad de abrirlo como este Leo, catártico, simbólico, y desde ahora y para siempre una parte de mi memoria sentimental.

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