Mendoza

El vino y el mundo: la ventaja de ser una Gran Capital / Newsletter de Mauricio Llaver

Ser una de las Grandes Capitales del Vino sólo se puede apreciar en un evento como el Wine & Travel Week, que se acaba de realizar en Oporto / El mundo es inmenso, y hay que estar ahí / De cómo nació el Porto (Inglaterra vs. Francia) / Cómo es el WOW, el museo del vino que hace decir “¡WOW!” / Comer muy bien en Portugal: viva el bacalao / Comer muy bien en Portugal: viva el pan con ajo y mantequilla / Madeira, la isla de Cristiano Ronaldo (aunque lo siento, Cristiano, pero nosotros tenemos a Leo) / En los viñedos de Madeira también se cultivan papas (lo juro) / El maldito Covid todavía molesta en algunos vuelos / Y un vino, por supuesto (Porto) / Y otro vino, por supuesto (Madeira).

27 de febrero 2023

Porto, Portugal

LAS VENTAJAS DE SER UNA GRAN CAPITAL. Mendoza es una de las Grandes Capitales del Vino, y eso me permitió estar en Porto, Portugal, en un evento que se realizó por primera vez a nivel internacional: la Wine & Travel Week, una semana donde el enoturismo fue el protagonista absoluto, y en la cual pusieron toda la furia el gobierno de Portugal, la ciudad de Porto y las Great Wine Capitals (GWC) como soporte principal. Lo bueno es que Mendoza estuvo ahí, porque en esos lugares siempre hay que estar. Tuvo presencia institucional del Ministerio de Turismo (sin viajes de funcionarios, pero con materiales preparados como ciudad miembro de las GWC), y con oradores invitados: Susana Balbo, quien habló de su hotel de lujo en Chacras de Coria; Analía Videla, con su proyecto de lenguaje (junto con Mariana Martínez y Gabriela Nafissi) para que las personas sordas puedan describir vinos, y Eugenia González Landa, quien mostró las experiencias turísticas de la agencia Ketek y Discover the Andes. Mendoza estuvo, y eso solo ya vale la pena. Porque cuando uno sale al mundo, se da cuenta de lo grande que es. Y de que no es fácil hacerse un lugar.

El grupo mendocino: Analía Videla (Wine Institute), Mariana Borzani (Bodega Anaia), Eugenia González Landa (Ketek / Discover the Andes), Punto a Punto, Juan Pablo Candisano (Aire TV) y Susana Balbo.

ALLÍ, ENTRE LAS 11 TOP. En la Wine & Travel Week se convocó a 300 invitados de todo el mundo, entre ellos 70 comunicadores del vino y la gastronomía (por la Argentina estábamos mi colega Juan Pablo Candisano y yo). Para tener idea de lo importante que es estar allí, enumero las ciudades con las que Mendoza comparte cartel como Gran Capital del Vino: Bordeaux (Francia); Rioja/Bilbao (España); Verona (Italia); Mainz (Alemania); Laussane (Suiza); Napa Valley (California); Adelaide (Australia); Hawkes Bay (Nueva Zelanda); Cape Town (Sudáfrica) y Valparaíso / Valle de Casablanca (Chile). Allí, entre ese puñadito de ciudades de todo el planeta, estamos nosotros. Cuando me preguntaban de dónde venía, alcanzaba con decir “Mendoza”. Ni siquiera hacía falta aclarar el país.

El Foro sobre Innovación y Sostenibilidad, con la imagen de la montaña mendocina de fondo.
Con Catherine Leparmentier, Managing Director de las Great Wine Capitals.

DE CÓMO NACIÓ EL PORTO ((U OPORTO). Porto es una ciudad naturalmente preciosa, pero además está en un gran momento, porque acaba de ser declarada en un ranking como la mejor ciudad europea para vivir. Los choferes de Uber lo cuentan con orgullo y se preparan para una avalancha turística. Es una ciudad llena de nostalgia, muy típica de Portugal, con su Ribeira, su centro histórico, su bella estación de trenes decorada con azulejos y sus vinos de Oporto, una categoría en sí misma. Al Oporto lo inventaron los ingleses en el Siglo 17, durante una de sus tantas guerras con Francia. Como no podían llevar los vinos por territorio francés, los empezaron a mandar por barco a través del Atlántico hacia Inglaterra. Pero en los barcos no viajaban bien en sus barricas, así que probaron con agregarles cognac durante la fermentación. Ahí sí llegaban perfectos a destino, gracias a la fortificación que le daba el cognac. Hoy se usa alcohol vínico, que lleva la graduación a unos 19 grados, pero el principio es el mismo. Y la influencia inglesa permanece en el nombre de muchas de las marcas (Graham’s, Taylor’s) y en las denominaciones de algunos tipos de oportos (Tawny, Ruby).

La estación central de trenes, bellamente decorada con azulejos que reflejan momentos históricos del país.
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DE CÓMO NACIÓ EL WOW. El corazón de Porto es la ribera del río Douro (en la foto principal), que divide a la propia ciudad de Porto y la zona de Vila Nova de Gaia, unidas por un puente construido por arquitectos del estudio de Gustave Eiffel, el de la torre parisina. Hasta hace pocos años, los vinos de la región del Douro llegaban en barricas a través de unos barcos llamados rabelos, y su crianza se hacía en grandes galpones de las bodegas de la zona. Pero luego se permitió que el añejaniento se hiciera en el lugar de origen, y esos depósitos fueron perdiendo utilidad. Gracias a eso nació el WOW, un distrito cultural enogastronómico desarrollado por las empresas Taylor’s y Fonseca en muchos de aquellos galpones. Tiene siete museos (vino, corchos, chocolate, entre otros), en cada uno de los cuales se puede pasar tranquilamente una hora. Abrió en julio de 2020 (plena pandemia) y está pensado para asombrar con cada detalle. No por nada su nombre alude a lo que en inglés se denomina “Wow factor”, eso que hace decir “wow” ante una cosa. Una de ellas fue encontrar una sala de cuadros donde cada pintura representa a un varietal de vino. El del Cabernet Sauvignon, por ejemplo, tiene a Napoleón Bonaparte; el del Syrah, a dos damas francesas, elegantes y sofisticadas. Y el del Malbec, a una pareja que baila el tango con nuestra cordillera mendocina de fondo. Tener una presencia en esa sala me generó otra pequeña emoción, por lo mismo de siempre: qué bueno es estar ahí.

El cuadro que representa al Malbec en el WOW, con la pareja tanguera, la bandera, la montaña, los viñedos, y la pequeña emoción de sentir que somos un pedacito de mundo.

COMER MUY BIEN (I).  En Portugal se puede comer muy, pero muy bien, con algo geográficamente previsible como los buenos pescados, una pastelería muy famosa, y una gastronomía propia para cada región. Este viaje se dividió entre Porto y la isla de Madeira, así que tuve una mayor amplitud de posibilidades. En Porto, lo verdaderamente excepcional fue el bacalao, que cuando se come fresco es totalmente diferente al que nos suele llegar a nosotros. El gusto y la consistencia son extraordinarios, y se puede notar en su textura que está compuesto por láminas de carne. Otro de los grandes platos de este viaje fue, justamente, un puré de arvejas con láminas de bacalao, sutiles y perfectas. Sin dejar de mencionar al róbalo, la lubina, los langostinos, y tantos otros frutos de mar que, simplemente, me hicieron feliz en cada comida.

Bacalao fresco cocinado a baja temperatura, con garbanzos, caldo de pescado y cilantro, entre otros toques maravillosos.

COMER MUY BIEN (II). La isla de Madeira, ubicada a la altura de la costa africana, frente a Marruecos, descubierta por los portugueses a principios del Siglo 15, tiene su propia tradición gastronómica. Allí hacen el “bolo do caco”, un pan con mantequilla y ajo (y a veces perejil) que se sirve caliente y es totalmente adictivo. Pero no se quedan atrás el pulpo (con ajo y perejil) ni el pato con arroz y chorizo, que le da un toque ahumado que lo convierte en una maravilla. También vale la pena el “atún salpresado”, preparado con sal, orégano seco y ajo, acompañado con papas y una ensalada de hinojo, rúcula y naranjas, que conocimos gracias a una “Cooking Experience” organizada por la Wine & Travel Week. Ahí nos enteramos también de que el nombre “Funchal”, capital de la isla, significa algo así como “campo de hinojos”.

«Bolo do caco», un pan caliente con mantequilla y ajo, típico de Madeira, con alto potencial adictivo.

UNOS VIÑEDOS MUY LOCOS. La geografía de Madeira es bastante loca en general. Arranca a nivel del mar y en pocos kilómetros llega a su pico más alto, de más de 1.800 metros de altura. El clima es tropical y puede llover varias veces por día, con lo cual el verde de la vegetación es apabullante. Hasta los 300 metros sobre el nivel del mar se cultivan frutos tropicales, como el banano. Y a partir de los 700 llegan los viñedos, con una particularidad: como los suelos son tan húmedos, en muchos casos se los cultiva en un sistema llamado pérgola, más alto que los espalderos que encontramos en Mendoza, para evitar que la humedad del suelo provoque enfermedades en las uvas. La clave es que los racimos estén lo más separados posible de la tierra. Pero no todo termina ahí, porque después de la cosecha de uvas, mientras se espera a la próxima, en esos suelos se plantan… papas. Que dan dos cosechas por año. Uvas y papas en una misma porción de tierra. Esa sí que no la teníamos en Mendoza.

LA ISLA DE RONALDO. Madeira es la isla donde nació Cristiano Ronaldo, y bien que se nota. Su nombre, con su identificación de “CR7”, está por todos lados. Sus camisetas se venden en todas partes (no vi ninguna de Messi, por ejemplo), y tiene un museo, hoteles con su nombre y su propia estatua. A mí me parece bien que una persona famosa no se olvide de dónde viene y que invierta en el lugar donde nació. Lo aplaudo. Pero su estatua tiene una frase un tantito polémica, porque asegura: “Mejor futbolista del mundo”. Todo Ok, Cristiano. Pero saludos de Leo.

Estatua en Funchal (ubicada frente a su propio museo y a pocos metros de su propio hotel) de Cristiano Ronaldo. Como CR7 no tiene problemas de autoestima, allí se asegura que es el «Mejor jugador del mundo». Bueno, saludos de Leo!

EL COVID NO TERMINA DE IRSE. Yo estaba feliz con la vuelta de la vida normal en los aeropuertos, en las reuniones, en las conferencias, cuando en el vuelo de regreso (Lisboa-Santiago) nos volvieron a exigir barbijo. Fue notable, porque en la misma línea aérea (LATAM) no nos lo habían pedido en el vuelo de ida. Así que va un consejo: no hay que dar por sentado que esa pesadilla se terminó, y hay que llevar un barbijo encima por las dudas. Qué le vamos a hacer.

Y UN VINO, POR SUPUESTO (I). En una Wine & Travel Week se prueban muchos vinos, lo cual es una verdadera fiesta. Pero uno me pareció sobresaliente y terminó adquiriendo un significado especial: un Porto Graham’s de 20 años, servido con toda ceremonia por parte de los mozos en un botellón precioso de 4.6 litros, lo cual nos hacía sentir que estábamos degustando algo especial. Fue después de la cena inaugural, el mismo día en que llegué después de un largo viaje, con una conexión en Madrid a las corridas (literalmente), y en el que por añadidura se perdió mi valija. Llegué justo para ir a la cena, pero de pronto estaba ahí con el grupo de mendocinos, terminando un menú de chefs con estrellas Michelin, cuando apareció ese hermoso líquido de color ámbar, oscurecido por el paso del tiempo. Era de una dulzura notable pero nada empalagosa, cambiaba de aromas y sabores con cada minuto que pasaba, y me llevó a levantarme con la copa vacía para pedir que me sirvieran un poco más. Entonces me dije: “Ya está, esto es Porto, estar aquí es una suerte de los dioses, y mañana me llegará la valija” (lo cual sucedió). No creo que la próxima vez que esté así de cansado tenga a mano un Graham’s de 20 años, pero seguro me voy a acordar de él.

Y UN VINO, POR SUPUESTO (II). Es muy raro encontrar vinos de Madeira en la Argentina, así que tuve que aprovechar la ocasión para probar in situ unos cuantos. Los vinos tranquilos pueden obviarse, pero los fortificados, los Madeira, son una cosa muy interesante. Podría sintetizarlos con una degustación que tuvimos en Blandy’s, una bodega de familia inglesa fundada en 1811 en Funchal. Ahí probamos madeiras de 10 años de cuatro variedades -Sercial, Verdelho, Bual y Malmsey- con distintos grados de dulzor y distintos maridajes. En un primer flight me gustaron el Sercial y el Malmsey, mientras que los otros me convencieron bastante poco. Pero al ratito volví a degustarlos, en el mismo orden, y me gustaron los cuatro por igual. Así es el vino, que puede brindar placeres inesperados en el momento menos pensado, y al que siempre hay que darle una segunda oportunidad.

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