Newsletter de Mauricio Llaver

Era testear y vacunar, o esto / Newsletter de Mauricio Llaver

La segunda ola nos agarra peor / La solución era relativamente fácil, pero preferimos la épica berreta / Sumar fuerzas para comprar vacunas (y cobrarlas) / Una idea que “está ahí”: salir a cenar más temprano / Ojo con la “insurrección silenciosa” de Mendoza / Y un vino, por supuesto.

11 de abril 2021

LA SEGUNDA OLA NOS AGARRA PEOR. El gobierno que organizó el velatorio de Maradona ahora enfrenta la segunda ola de Covid, con récords diarios crecientes de contagiados y más de 57.000 muertos. Estamos en problemas. El presidente está nervioso y pierde autoridad; la economía está llena de restricciones y no rebota como nos gustaría; la inflación se instala en el 4% mensual; el humor social está exhausto. Y como trasfondo esencial del asunto, no hay vacunas suficientes. Los primeros aprestos de batalla que se observan son similares a los del año pasado, pero los recursos materiales y morales están desgastados. Al general se le han perdido las filminas de aquellos meses felices de alta popularidad, y la jefa de Estado Mayor tiene la cabeza y el corazón en otro combate. Si esto se extiende -lo cual parece inevitable- lo enfrentamos en peores condiciones que cuando empezó.

TESTEAR Y VACUNAR. Lo que tiene que hacer el gobierno es bastante simple: testeos masivos y vacunación masiva. Es decir, lo que no hizo durante un año. Desde el principio, los especialistas recomendaban testear, testear y testear, pero acá nos dedicamos a promover el lenguaje inclusivo. Cuando empezaron a aparecer las vacunas, había que vacunar, vacunar y vacunar, pero nos dedicamos a peleamos con el presidente de Uruguay y a amigarnos con el régimen catastrófico de Venezuela. Nunca la solución a un problema ha sido tan clara en cuanto a concentrarse en un par de cosas, pero el gobierno no lo hizo. En vez de salir al mundo entero a asegurarnos vacunas, con toda la fuerza de nuestra diplomacia y de las relaciones de nuestras grandes empresas, Alberto y Cristina prefirieron la épica berreta de los vuelos de Aerolíneas (que el año pasado perdió 900 millones de dólares) para traer unos pocos paquetitos, insuficientes y carísimos. Y cuando llegaron los primeros, armaron el vacunatorio VIP para los amigos. Era testear y vacunar, o esto. Bueno, tenemos esto.

SUMAR FUERZAS PARA NEGOCIAR VACUNAS (Y COBRARLAS SI HACE FALTA). En su disidencia con el gobierno nacional más abiertamente expresada hasta ahora, Rody Suarez recordó esta semana que el gobierno de Alberto Fernández había prometido millones de vacunas para diciembre. Y que ahora, en lenguaje futbolero, les estaba tirando la pelota a los gobernadores. Es así. Pero eso representa la oportunidad de adquirir vacunas, así que habrá que ponerse manos a la obra, aunque la demanda mundial supere ampliamente a la oferta. Una idea: para ganar volumen en la negociación, sumar a otros Estados provinciales, municipios, organismos, y a todas las empresas interesadas, de cualquier provincia o de Mendoza. Y que, llegado el caso, se cobren las vacunas a quienes estén dispuestos a pagarlas. Si alguien quiere hacerlo, no debería haber problema, y de paso se aliviaría de la carga de esas vacunas al Estado. No es momento de prejuicios de Estado presente ni de bla bla bla (en definitiva, ninguna vacuna es gratis, porque sale de los impuestos o de emisión inflacionaria). El mandato del momento es que todos nos vacunemos lo más pronto posible, así que cualquier medio para avanzar hacia la inmunidad de rebaño será bienvenido.

UNA IDEA SIMPLE: SALIR A CENAR MÁS TEMPRANO. La pólvora demoró cinco siglos en ser utilizada en los cañones como instrumento militar (antes se usaba para fuegos artificiales). La humanidad tardó miles de años en darse cuenta de que el agua hirviente podía ser energía transformada a través de la máquina de vapor. El Zoom llevaba unos cuantos años ahí, sin que advirtiéramos hasta 2020 que era un formidable reductor de tiempos y distancias. Muchas cosas están a la vista y no sabemos apreciarlas. Se me ocurre ahora, cuando los restaurantes mendocinos vuelven a tener un límite horario de cierre (aunque sea más benigno que el nacional), que algo que tenemos bien a mano es salir a cenar más temprano. ¿Cómo? Sí, eso. Salir a cenar más temprano. Si aunque fuera la mitad de los que salen se acostumbraran a ir a un restaurante a las 20 ó 20.30, permitiríamos que el sector gastronómico hiciera un doble turno por las noches y mantuviera muchos, valiosos puestos de trabajo. Es más sencillo de lo que parece, y las ventajas serían apreciables, empezando porque si cenamos más temprano al otro día podremos laburar habiendo dormido una mayor cantidad de horas. En Europa y EEUU lo hacen desde siempre, así que no veo por qué no lo podríamos hacer en Mendoza. Hasta tiro un hashtag:  #SALÍACENARMÁSTEMPRANO

CINCO IDEAS PRÁCTICAS PARA PREVENIR EL COVID. 1) Distancia social, barbijo (que cubra la nariz), lavado de manos y alcohol en gel. 2) Distancia social, barbijo (que cubra la nariz), lavado de manos y alcohol en gel. 3) Distancia social, barbijo (que cubra la nariz), lavado de manos y alcohol en gel. 4) Distancia social, barbijo (que cubra la nariz), lavado de manos y alcohol en gel. 5) Distancia social, barbijo (que cubra la nariz), lavado de manos y alcohol en gel.

MOVIMIENTOS TECTÓNICOS EN MENDOZA: “INSURRECCIÓN SILENCIOSA”. La semana pasada escribí sobre la Mendoza autónoma y planteé algunos interrogantes necesarios acerca del MendoExit. No los quiero repetir, así que aquí aporto el link: (https://mendoza.puntoapunto.com.ar/af-positivo-que-metafora-mendoexit-preguntas-urgentes-newsletter-de-mauricio-llaver/) Pero está claro que en Mendoza hay una frustración creciente con el gobierno nacional y, en el fondo, con todo lo que está sucediendo en el país. La encuestadora Reale Dalla Torre, que ha medido mejor que nadie a los mendocinos en las últimas elecciones, está publicando en estos momentos un estudio terminado hace pocos días. Entre muchísimas conclusiones, quiero subrayar dos: “Se observa una insurrección silenciosa conectada con una percepción de redistribución inequitativa de los ingresos nacionales, que tiene un correlato con el deseo separatista. Este mes, dicho deseo registró un 8% más de adherentes que el año pasado. El 42,8% de los consultados, manifiesta dicha ensoñación. Si se recorta por electorado, se observa que un poco más del 20% de los votantes de Fernández Sagasti, y casi un 39% de José Luis Ramón, comparten la mirada. Resulta interesante detenerse en esta última facción, porque fue justamente el diputado de Protectora quien sugirió un insólito plebiscito, para demostrar que la ciudadanía rechaza la idea separatista (…) Sin embargo, ese 42,8% no manifiesta voluntad de sedición. Interpretar eso, sería hacer una lectura insustancial de algo que es mucho más profundo. Claramente, este porcentaje está expresando un aspiracional de mayor autonomía. En resumidas cuentas, lo que subyace es una necesidad de desprenderse emocionalmente de un país con una propensión cada vez mayor a expulsar, que a contener”. Señores, a estar atentos a estos movimientos tectónicos.

Y UN VINO, POR SUPUESTO. Un par de celebraciones particulares me llevaron a abrir una botella de The Secret Marriage, un vino en el cual tengo algo que ver. Lo hicimos con Marcelo Pelleriti -o mejor dicho, al vino lo hizo él y yo inventé el nombre y diseñé la etiqueta- y es una edición especial de sólo 300 botellas, de la cosecha 2010, que lamentablemente se va acabando. Es un vino tan escaso que hacía como dos años que yo mismo no lo probaba. Pero en una juntada muy especial de amigos lo volví a degustar, y la verdad que estaba como me lo había anticipado Marcelo: “Va a durar 20 años”. The Secret Marriage es uno de esos gustos que me he dado en la vida, y que sólo existe porque Marcelo Pelleriti es tan generoso, que es capaz de hacer una etiqueta para un amigo que no tiene nada que aportarle a su fama de gran enólogo. Yo pensaba intervenir un poco en el vino final, pero un día me dijo, como de pasada, “ahí tengo unos cortes de la 2010, probalos a ver qué te parecen”. No sabía con cuál quedarme. Del que elegí, sé que tiene Malbec, Syrah, Cabernet Franc y vaya a saber qué otro secretito. El vino está casi nuevo (ya tiene 11 años), tiene una fruta y una complejidad propia de los grandes vinos, y lleva un sello de Pelleriti que le he escuchado repetir muchas veces desde que tuve la fortuna de hacerme su amigo: “Busco hacer vinos para trascender”. Se nota.

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