Mendoza

Guzmán ya fue. Ahora, a mirar las pizarras / Newsletter de Mauricio Llaver

La percepción sobre el próximo ministro se definirá por la cantidad de kirchnerismo que lleve en la sangre / La clave de lo que viene es lo ideológico, en un gobierno atravesado por una sobredosis de ideología / La gestión de Guzmán fue mala, pero la comparación saldrá de lo que venga ahora / ¿Cómo generará expectativas un gobierno exhausto en una sociedad exhausta? / Una crisis económica envuelta en una crisis política / A mirar las pizarras, que ahí estará la clave.

3 de julio 2022

LA CLAVE ES LO IDEOLÓGICO. La percepción sobre el próximo ministro se definirá por la cantidad de kirchnerismo que lleve en la sangre. En el nudo profundo de la renuncia de Martín Guzmán está lo peor del experimento Fernández & Fernández: un gobierno que no gobierna y un internismo letal, con todos nosotros como víctimas. Ok, Cristina lo hizo renunciar: ¿pero ahora qué viene? Lo más importante es si al nuevo ministro lo designa él o ella, y las primeras señales traerán la clave: qué opina sobre el acuerdo con el FMI; qué hará con el déficit (es decir, fundamentalmente, con los subsidios a la energía); qué opina sobre la idea de que “la emisión no genera inflación”; cuál es su mirada sobre los planes sociales, los cepos, Venezuela, Cuba, etc. Recién después de eso tendremos que mirar con qué equipo de funcionarios llega, quién estará en el Banco Central, y todo lo demás. La clave es lo ideológico, en un gobierno atravesado por una sobredosis de ideología.

UNA GESTIÓN NEGATIVA, PERO… Paradójicamente, Martín Guzmán será recordado según cómo le vaya a quien lo suceda, por más que los datos objetivos de su gestión sean negativos. Nunca estuvo al mando total de la economía; la inflación se transformó nuevamente en una pesadilla para los argentinos; no pudo aprovechar una soja que tocó niveles de 600 dólares durante muchos meses de su mandato; hay escasez de combustibles, apriete a las importaciones, devaluación de la moneda (el dólar real pasó de $ 67 a $ 239); renegoció una deuda privada tarde y mal, con bonos cuyo precio está por el piso; el riesgo país de su último día fue de 2.374 puntos. Pero eso ya es el pasado y lo que importa ahora es lo que vendrá. Veremos si se logra enderezar el timón o si caemos en un desastre que haga extrañar a alguien que deja resultados tan escuálidos.

ESE POBRE HOMBRE. Ya ni vale la pena recordar que Alberto Fernández dijo esta semana que los problemas de la economía se debían a que crecía demasiado, antes de irse a visitar a Milagro Sala (presa por asociación ilícita, fraude al Estado y extorsión). Pobre hombre, y pobres nosotros: resulta que la economía crece demasiado y la persona a cargo le pega un portazo. Ese presidente tiene que definir al nuevo ministro, mientras su vice, jefa y mentora, le moja la oreja en actos públicos. Este gobierno nunca tuvo un plan económico, y ahora sabremos qué salida nos ofrece, cuando todo está mucho peor que cuando asumieron.

CAMBIAR LAS EXPECTATIVAS. Lo más grave de este intríngulis ministerial es que la Argentina tiene que cambiar las expectativas económicas con un gobierno exhausto y una sociedad exhausta. ¿Cómo lo va a hacer? Una cosa fue que Cristina hiciera un pase de magia con la fórmula F&F para ganar las elecciones, pero otra es que saque un nuevo conejo de la galera justo ahora, cuando el experimento está demostrando ser un fracaso estrepitoso. Todo que lo que importa es que mejoren las expectativas económicas de la población para revertir la crisis. Ahora sabremos si el gobierno tiene personal e instrumentos para hacerlo, o si, metafóricamente o no, ya se ha quedado sin gasoil.

MIRAR LAS PIZARRAS. En las primeras horas posteriores a la renuncia, el “dólar cripto” había trepado a $ 260. Eso se consolidará o no mañana lunes, cuando todos estemos atentos a las cotizaciones de los mercados. Hace muchos años, Juan Carlos de Pablo dijo que “la verdad de la economía está en el mostrador”. La verdad del nuevo ministro estará ahora en las pizarras de las bolsas de valores y de las casas de cambio, donde veremos si logra torcer alguna expectativa o si la caída se acelera. Esto es una crisis económica envuelta en una crisis política, y por eso las derivaciones serán de ambos tipos. Una vez más, los argentinos estamos al borde del abismo y angustiados, y el dólar será el termómetro de esa sensación. Será una semana para el recuerdo, como tantas otras veces en el país que nunca da respiro.

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