Newsletter de Mauricio Llaver

Menem, un presidente de extremos / Newsletter de Mauricio Llaver

14 de febrero 2021

A la primera parte de esta newsletter la publiqué hace unas semanas. Pero creo que vale recordarla ahora, mientras nos preparamos para ver cómo un gobierno peronista encara la muerte de otro peronista, distinto pero igual de peronista.

MENEM, UNA DÉCADA DE EXTREMOS. Carlos Menem fue un presidente de extremos. Y representó tantas cosas que hacen difícil la simplificación, ese error en que caemos todos, empezando por los periodistas. El suyo fue un gobierno de grandes negociados con las privatizaciones; de la explosión de Río Tercero (quizás para desviar la atención de un tráfico de armas hacia el conflicto Perú-Ecuador, en el cual la Argentina era garante de la paz); de corrupción en una escala nunca vista hasta entonces; de forzamiento de las instituciones para modificar la Constitución Nacional y mantenerse en el poder; de ajuste en el Estado pero con un aumento simultáneo en el gasto sostenido por endeudamiento; de frivolidad burlesca; y de un retroceso estructural que todavía padecemos, como haber cerrado los ferrocarriles estatales con la excusa de su déficit, mientras se les pagaba a las concesionarias privadas un subsidio equivalente a aquel mismo déficit (un millón de dólares por día). Hasta ahí, ese capítulo menemista.

MENEM, UNA DÉCADA DE EXTREMOS (II). Pero Menem tuvo también un enorme liderazgo para pulverizar problemas estructurales de la Argentina. Terminó con el “partido militar” después de 60 años de golpes, con el indulto como zanahoria y el ajuste presupuestario como garrote; liquidó las 24 hipótesis de conflicto con Chile que impedían nuestra integración (22 acuerdos directos y dos en arbitraje); y extinguió la inflación con el plan de Convertibilidad de su ministro Cavallo. También abrió la economía y privatizó empresas históricamente ineficientes, lo cual permitió la renovación de la infraestructura en telecomunicaciones y energía; cortó lazos históricos del país, retiró a la Argentina de No Alineados y se referenció con el “Primer Mundo” (lo cual quizás nos llevó a dos de sus episodios más oscuros, los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA), y hasta nos hizo participar, muy lateralmente, en una coalición internacional en la primera Guerra del Golfo. Aquella década exacta de gobierno (1989-1999) fue tan vigorosa que, insisto, sería un pecado dejarla caer en la simplificación.

MENEM, UNA DÉCADA DE EXTREMOS (III). Jorge Luis Borges decía que no había como la muerte para mejorar instantáneamente a una persona. Es probable que ahora sea así. Pero será bueno disecar cada declaración oficial, porque hoy estamos ante una buena paradoja en la Argentina: que el partido de gobierno es el mismo de Menem; que muchos de sus funcionarios (empezando por el presidente de la Nación) también participaron de aquel gobierno; que la figura más fuerte de hoy (Cristina de Kirchner) apoyó la reelección del Menem liberal en 1995 junto a su marido (cuando el propio peronismo tenía un candidato alternativo: Bordón); y que la sombra de corrupción que quedó de los años menemistas no ha sido, por decirlo elegantemente, borrada por el kirchnerismo que vino después. Hoy tenemos un peronismo que es otro pero es el mismo, que contaba con el propio Menem entre sus filas en el Senado (aunque lo tuvieran escondido) y que tampoco empujó demasiado para que rindiera sus cuentas ante la justicia. Veremos qué se dice en los próximos días. Será divertido y, probablemente, un festival de hipocresía. Y otra biopsia de cómo está la Argentina de hoy.


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