El Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, afirmó que tendrá “un impacto muy positivo para la economía del país arrancar el 2015 con un precio inferior de las naftas”, al ser consultado sobre el acuerdo de las provincias productoras de hidrocarburos con las petroleras para una reducción del 5% en el precio de los combustibles.
En la habitual conferencia de prensa matutina, en la Casa de Gobierno, Capitanich dijo que la baja se da “en un contexto de reducción del precio internacional”.
“Es una excelente noticia” dijo pero advirtió seguidamente que “en la Argentina las buenas noticias tienen una estrategia distorsiva por parte de los distintos medios”, no obstante destacó que lo que se logró “no es poco” porque “es sustentable”.
Puso de relieve que “se trata de una buena noticia que tenemos después de mucho tiempo, la reducción en el precio de los combustibles, que va a tener incidencia en la cadena productiva. Es una muy buena noticia para todos los argentinos”, subrayó.
En respuesta a una pregunta Capitanich dijo que la baja del precio de los combustibles posibilitará utilizar los vehículos a menor costo, lo cual facilitará expandir la demanda y todo ello tendrá un impacto positivo en la actividad económica.
Concretamente, el acuerdo alcanzado anoche supone una rebaja del 5 por ciento en promedio a partir del 1º de enero, según lo convinieron el ministro de Economía, Axel Kicillof, con gobernadores de las provincias productoras de petróleo.
La baja del crudo local redundará en un menor precio final de los combustibles refinados pero resulta clave que dicha caída no termine afectando a las inversiones para exploración y producción de hidrocarburos, lo cual, en el caso de los yacimientos no convencionales en Argentina hoy requiere contar con un precio del barril en torno a los 78-80 dólares, de acuerdo con análisis del mercado de hidrocarburos.
Las provincias productoras también procuran preservar los actuales precios del crudo para no ver afectados sus ingresos por regalías y por ello el proyecto en estudio considera una reducción de la carga impositiva que aplica la Nación sobre los refinados, como un modo de «repartir las cargas» entre las tres partes y viabilizar la baja en los precios en las bocas de expendio.
La carga impositiva sobre los combustibles ronda actualmente el 40 por ciento para las naftas y el 45 por ciento para el gasoil. La ecuación en estudio entonces combina una leve baja del precio del barril combinada con una menor carga fiscal en los refinados.
Una baja de los precios al consumidor, se estima, redundaría en una recuperación las ventas de combustibles, alicaídas en los últimos meses.
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