Horacio Busanello, CEO de la compañía que preside Gustavo Gobocopatel, explicó que ahora la estrategia de la empresa apunta a la agroindustria, orientada a la investigación y desarrollo y más avocada a los servicios que a la producción, explica La Nación en un artículo publicado hoy.
«Nosotros en el país hacíamos 120.000 hectáreas y ahora, 50.000 porque la agricultura ya no es negocio; producir soja en terrenos alquilados no es rentable. Lo era cuando sembrabas con un precio de US$ 200 y cosechabas a US$ 300. Hace tres años que empezamos a salir de eso y entrar en actividades de agroindustria, con valor agregado. Nos enfocamos en vender productos de calidad al campo y en servicios (de acopio, de financiamiento, entre otros)», explicó.
Los problemas de rentabilidad en el sector surgieron cuando la soja dejó de subir en los mercados internacionales. Sin embargo el precio no es el principal inconveniente. De acuerdo a la mirada de Busanello, hoy hay dificultades con respecto a la eficiencia. «¿No será que alguien está ganando de más y otros de menos?», se preguntó.
La pregunta apunta directamente al corazón de la política impositiva, que en los últimos años se volvió una «pesadilla» para los productores agropecuarios tanto a nivel nacional como provincial e incluso municipal. La solución no se reduce solamente a un nuevo esquema de retenciones sino a un planteo más integral que redunde en un paquete fiscal equitativo, creen en Los Grobo.
«Aún sin bajar retenciones, si se liberara el comercio de trigo y el maíz, aumentaría la producción y los dólares empezarían a caer muy rápido. Sólo hay que dejar hacer. Son unas pocas medidas administrativas. Antes, se hacían millones de toneladas más de trigo y de maíz que en el presente. La Argentina podría aumentar fácilmente su producción con unas pocas medidas, sin necesidad de grandes inversiones en infraestructura», detalló el productor.
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