Mendoza

Reflexiones desde el horno / Newsletter de Mauricio Llaver

En el horno, literal y figuradamente / Ese aroma ochentista… / Inflación “descendente” de 36 a 50,9% / La maquinita alegre, a todo vapor / Que vengan Mandrake y David Copperfield (el círculo vicioso de las tarifas) / Cómo (no) discutir con fanáticos / Y un vino, por supuesto.

15 de enero 2022

Esta semana mostró que en la Argentina estamos en el horno, literal y figuradamente. No sólo hizo un calor de perros sino que se cortó la luz; los dos capos del PAMI aparecieron de vacaciones en México (lo cual no es un problema, salvo que pertenecen a un gobierno que estigmatiza a los que viajan al extranjero mientras no sean ellos); el dólar blue cerró en $ 209,50; el riesgo país cerró en 1.884 puntos; el gobierno sigue sin tener un programa económico, y encima empiezan los cierres del paso a Chile por casos de Covid. En fin. Sigamos.

NO SÉ POR QUÉ NO ME SORPRENDE. Alberto y Cristina volvieron hace dos años al populismo tarifario y apenas hizo calor en serio, cientos de miles se quedaron sin luz. No sé por qué no me sorprende. La Argentina está en una espiral ochentista que muchos reflejan con viejas tapas de diarios argentinos: cortes de luz, inflación alta, asuetos para empleados del Estado, pedidos de ahorro de energía a las empresas. Dios santo, qué manera de tapar agujeros. Lo peor es que esto ya se sabía que iba a ocurrir, pero el gobierno insiste con recetas viejas y fracasadas. No existe la fatalidad de que vayamos a terminar en una hiperinflación, pero las variables se van alineando para un buen choque frontal de la economía: tarifas atrasadas, dólar atrasado, reservas muy limitadas, probable sequía con impacto sobre las exportaciones del campo, y falta de un plan económico después de dos años de haber asumido. Mejor estar prevenidos.

DE 36 A 50,9, RITMO “DESCENDENTE”. 😱😱😱 La inflación de 2021 fue finalmente de 50,9%, contra 36% de 2020, pero Alberto Fernández celebró su “ritmo descendente”. Ya no sé si es o se hace. Pero los números mandan, y también Martín Guzmán tiene que hacerse cargo de que su pronóstico había sido del 29% (para los registros históricos: el Ministro de Economía le escapó el cálculo por 21,9 puntos). El problema de la inflación es que además existen fenómenos como la “inercia” o el “arrastre”, y los cálculos para este 2022, que asoma movidísimo, ya la sitúan en alrededor del 60%. Nada que agregar.

MAQUINITA ALEGRE. (Tomás Carrió, Cronista.com, con subrayado mío) “El 30 de diciembre, el Banco Central (BCRA) efectuó el último giro del 2021 y cerró un diciembre de emisión récord. La entidad que preside Miguel Pesce le transfirió al Tesoro otros $ 203.184 millones y redondeó así envíos por $ 685.000 millones durante el último mes del año, cifra que equivale al 1,5% del PBI (…) La emisión acumulada del año para asistir al Tesoro cerró en $ 2,12 billones (…) Con este último giro del año, dice el economista de Empiria Juan Ignacio Paolicchi, las asistencias totales al Tesoro equivalen a 4,6% del PBI (…) De esta manera, 2021 se posicionó como el segundo año de mayor asistencia sobre PBI desde la salida de la Convertibilidad, detrás de 2020, en el que las transferencias representaron 7,6 puntos del producto”.

EL CÍRCULO VICIOSO: QUE VENGAN MANDRAKE Y COPPERFIELD. El Gobierno de Mendoza actualizó esta semana aumentos de transporte, agua y electricidad, y por supuesto que todos nos quejamos, porque a ninguno nos gusta pagar servicios. En transporte es del 40% (con otro toque en julio, que lo llevará al 60% sobre el actual), en agua del 45% en dos cuotas, y en electricidad del 10%. Un problema para medir si es mucho o poco es la inflación, y el estado de los servicios, con sus necesidades de reinversión para no andar todo el tiempo sobre la cuerda floja. Y otro problema es que cualquier aumento, con los salarios deteriorados por la inflación, representa un impacto importante en los bolsillos, independientemente de las necesidades y rentabilidades de las empresas. El círculo vicioso, aplicable al país entero, puede resumirse así: inflación de 50%; servicios colapsados por falta de inversión; subsidios oscuros a prestadoras, que realimentan la inflación; quejas masivas y títulos catastróficos de “tarifazos” y “golpes al bolsillo” por  aumentos de los servicios; salarios insuficientes para pagar esos aumentos, aunque vayan detrás de la inflación; demonización cultural de los gobernantes que quieren corregir la distorsión; y reinversión insuficiente en los servicios, que harán que cada vez sean peores. Que vengan Mandrake y David Copperfield, a ver cómo salimos de esto.

TWEET DE LA SEMANA: “Si uno es monotributista, la ómicron genera tres días de carraspera. Si es empleado, seis días de fiebre y tos”.

JOHN CARLIN: CÓMO (NO) DISCUTIR CON FANÁTICOS. John Carlin, periodista inglés, autor de “El factor humano”, el gran libro sobre Nelson Mandela. “Leí un artículo el otro día en The Times de Londres titulado ‘Cómo discutir con un antivacunas’. Ofrece una lista de argumentos científicamente irrefutables, rebatiendo entre varias mentiras la de que miles han muerto como consecuencia directa de vacunarse. Pero no va a servir para nada. Cuantas más pruebas en contra, más los creyentes endurecen la fe. Es que como con la religión, o con la ideología, o con los que rezan ante el altar de Donald Trump, tu dogma se convierte en una parte tan elemental de tu ser que no hay fuerza ni en la tierra ni en el cielo que la mueva. Estamos hablando del Everest que todos llevamos dentro, la vanidad. Reconocer que te has equivocado en algo tan intrínseco para tu idea de quién eres frente al mundo es demasiado duro, es una humillación que nuestros frágiles egos no soportan. Soy antivacunas, ergo sum. Si no, no sum nada”.

Y UN VINO, POR SUPUESTO. Federico Gimenez Riili me invitó a comprobar cómo ha quedado la Casa de Huéspedes de su familia en Tunuyán (Ruta 94, camino al Manzano Histórico), y fue una excelente oportunidad para degustar el Gimenez Riili Gran Familia Malbec 2017. La posada original se ha transformado en un complejo de casa de huéspedes, con piscina flamante y jacuzzi, a lo que se suman la bodega y el restaurante. Allí probé este Malbec, que acompañó estupendamente a un ojo de bife y una colita de cuadril. El Gran Familia tenía todo lo que se espera de un buen Malbec, con su color, su sabor potente pero no agresivo (taninos bien domados) y un final en boca que lleva a la duda existencial de si dejarlo que se prolongue o tomarse otra copa. El enólogo Marcos Pizarro lo ha dejado redondo y amable, y después de eso no queda mucho por decir. Entre muchísimos Malbec muy buenos que producimos en Mendoza, éste es uno para agregar a la lista. Y si puede ser in situ, en la galería del restaurante, con las montañas al alcance de la mano, por supuesto que mucho mejor.

Escribe un comentarios