(Télam) – El director de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA), Rémi Jouty, responsable de las pesquisas técnicas del siniestro que provocó 150 muertes, entre ellos tres argentinos, indicó que Lubitz «ensayó el gesto que luego hizo en el vuelo fatal», aunque precisó que todavía es prematuro adelantar los motivos que lo llevaron a tomar esa decisión.
Según explicó, fue imposible que los tripulantes, el control aéreo francés y los ocupantes del avión pudieran darse cuenta de que el copiloto, un alemán de 27 años, había programado el aparato para que bajase hasta la altura mínima posible, unos 30 metros, en cinco ocasiones durante ese vuelo de ida.
La conclusión del investigador confirma lo publicado hoy por el diario «Bild» que, basado en un informe de las autoridades aéreas francesas, afirmó que el copiloto ensayó su suicidio en el viaje anterior al fatal.
De acuerdo con la publicación alemana, en el reporte se habla de «un vuelo en picada controlado de varios minutos sin justificación alguna».
El nuevo informe implica que el suicidio de Lubitz fue planificado con anterioridad y no fue producto de una crisis momentánea, según consignó la agencia EFE.
La revelación avala la investigación de la Fiscalía de Marsella, encargada de analizar lo ocurrido, que maneja como hipótesis principal que el copiloto accionó el descenso del Airbus A230 tras tomar los mandos y negarse a abrirle la puerta al comandante.
Desde entonces se supo que el hombre recibió hace años tratamiento psicoterapéutico por «tendencias suicidas» y que tenía un certificado médico de baja por enfermedad psiquiátrica que había roto y ocultado a la empresa, vigente para el día del siniestro.
Trascendió, además, que buscó por Internet información sobre métodos para suicidarse y sobre el funcionamiento de las puertas de las cabinas de vuelo, según comunicó la fiscalía de Düsseldorf que también investiga el hecho.
El avión de Germanwings, que se dirigía de Barcelona (España) a Düsseldorf (Alemania), se estrelló el 24 de marzo provocando la muerte de 150 personas, entre ellos tres argentinos: Juan Armando Pomo, Gabriela Maumus y Sebastián Grecco.
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