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(Télam) – Grecia pasó su primera mañana con los bancos cerrados tras la decisión del gobierno de Alexis Tsipras de imponer un control de capitales, que durará hasta el 6 de julio próximo, con un máximo de 60 euros en efectivo para retirar de los cajeros automáticos.
El pago de las jubilaciones está excluido de las restricciones. Paralelamente, los usuarios podrán utilizar el transporte urbano en forma gratuita durante la duración de la medida, según anunció el viceministro de Transporte, Jristos Spirtzis.
En un comunicado, el funcionario explicó que la decisión se tomó para facilitar la actividad de los ciudadanos, y alcanza a ómnibus, tranvías y subterráneos, pero no incluye a las líneas suburbanas.
Tampoco rige en Salónica y otras ciudades de provincia, donde el transporte urbano está en manos de entidades privadas.
De acuerdo a un decreto oficial, conocido en la madrugada griega, el feriado bancario puede modificarse por decisión del Ministerio de Finanzas, al igual que la Bolsa de Valores, que también cerró sus puertas.
A pesar de la medida se podrán realizar pagos con tarjetas en el interior del país, así como transacciones internas a través de los servicios web de los bancos.
Por otra parte, se permiten los desembolsos a través de tarjetas de prepago, con el límite que tenían antes de la puesta en marcha de estas restricciones.
En cuanto al movimiento turístico, de importante volumen en el país heleno, se especificó que estas medidas no los alcanzan, y los visitantes podrán realizar transacciones y retiros de dinero en los cajeros automáticos utilizando las tarjetas de crédito o débito emitidas en sus países de origen.
En cuanto a las transacciones con el extranjero, se limitan a operaciones de primer necesidad, como la compra de medicinas o el pago de gastos médicos, según la agencia de noticias EFE.
En la medianoche de ayer, en un mensaje televisado, Tsipras acusó al Eurogrupo de haber precipitado esta situación al haber negado a Grecia una prórroga del rescate y anunció que había urgido a los líderes de la eurozona y de las instituciones que la componen replantearse esta negativa.

Dos cables publicados en las últimas horas por la agencia de noticias internacional AP dan cuenta de una serie de dificultades que está atravesando Grecia y que se asemejan en gran medida a lo sucedido en la Argentina durante 2001 y que desembocó en una de las mayores crisis económicas de la historia nacional.
El eje de la cuestión es la discusión del rescate de Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) al país helénico, que tiene una deuda abultada y prácticamente impagable, como la que tenía Argentina hace 15 años, época en la que también negociaba con el FMI una extensión de los fondos que necesitaba para renegociar sus acreencias.
De acuerdo a AP, el optimismo con respecto a la posibilidad de un acuerdo que impida la caída de Grecia en la bancarrota brilla por su ausencia, según surgió de una reunión estrechamente observada de los ministros de Economía de la eurozona.
El riesgo es un posible default de Grecia el 30 de junio, en medio de otro aspecto que es un ‘deja vu’ de lo sucedido en Argentina: el retiro masivo de los fondos de los bancos.
En las últimas horas, Grecia amenazó con salir del euro si no se le aprueba un rescate y la cancillera alemana, Ángela Merkel, respondió que hay que seguir trabajando y que el gobierno griego debe ajustar más sus cuentas, algo a lo que el gobierno de izquierda radical se resiste.
En un discurso ante el Parlamento alemán, Merkel dijo que en febrero Atenas «se comprometió a reformas estructurales amplias. Estas deben afrontarse ahora con determinación». Además, destacó que «los esfuerzos de Alemania se dirigen a que Grecia permanezca en la eurozona» y reiteró que «donde hay una voluntad, hay un camino: si los líderes políticos en Grecia muestran esta voluntad, un acuerdo con las tres instituciones sigue siendo posible».
Lo que está en juego es un préstamo de 7.200 millones de euros (US$ 8.200 millones), fundamental para que Grecia pueda pagar deudas, ante todo los 1.600 millones de euros que debe entregar al FMI a fin de mes.
Los acreedores de Atenas insisten en que Grecia haga más recortes de presupuesto a cambio del dinero, pero el país se resiste y además quiere un plan a más largo plazo para aligerar su gran deuda, que pese a años de recortes de gastos y subidas de impuestos equivale a un abrumador 180% de su producto interno bruto anual.
En este contexto, los griegos tienen cada vez más incentivos para retirar su dinero de los bancos y, por eso, crecen las especulaciones de que, con o sin acuerdo, Grecia podría hacer algo normalmente reservado a las dificultades financieras más extremas: limitar las transferencias y retiradas de dinero para evitar una fuga. Es decir, una remake del ‘corralito’ ideado por Domingo Cavallo y que fue el empujón final para la presidencia de Fernando De la Rúa.
En teoría, el gobierno podría limitar la cantidad de efectivo que puede retirar un individuo, restringir las transferencias electrónicas de dinero fuera de Grecia y la cantidad de dinero que puede llevar alguien al cruzar la frontera, según señala AP. El problema es que esos límites podrían mantener los bancos estables, pero dañar la economía. Y si la historia es una guía, pueden prolongarse mucho tiempo: Islandia debate ahora cómo relajar las medidas de emergencia, siete años después de adoptarlas.