El recuento de delegados ya le daba el lunes a Clinton el número mágico para la nominación. Pero la demócrata decidió esperar al resultado de las primarias en Nueva Jersey, California y cuatro Estados menores más para cantar aún con más fuerza victoria y realzar la trascendencia del momento. La ex jefa de la diplomacia ganó tres de los cuatro Estados cuyos recuentos se han completado este miércoles e iba muy por delante de Bernie Sanders en clave, California.
Los simpatizantes de Clinton saben que tener una mujer presidente es un testimonio rotundo sobre los valores amenazados por la retórica incendiaria de Donald Trump, el rival republicano en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.
Clinton finalmente pudo cantar victoria tras ganar en al menos 3 de 6 primarias en disputa y se imponía en California, en el último «Supermartes» de la carrera presidencial demócrata en Estados Unidos. Con ello, aseguró su nominación y se convirtió en la primera mujer en la historia del país en ser la candidata oficial de uno de los dos principales partidos políticos.
Que sea la primera mujer que va a luchar por la presidencia de EE UU es revolucionario en sí mismo, y ese es el tono que Hillary Clinton dio a su puesta en escena para celebrarlo aun consciente de la división interna entre los progresistas. “El Partido Demócrata está derrumbando otra barrera”, anunciaba el potente vídeo producido para la ocasión, en el que se quiso reconocer la labor hecha por otras mujeres que prepararon el camino hacia la igualdad de oportunidades. “Es una cuestión de humanismo”.
La historia ha hecho que esta fiesta coincida en el tiempo con el mismo día en el que Hillary Clinton decidió abandonar la carrera presidencial ante el actual presidente Obama hace ocho años. Entonces dijo en su discurso de renuncia que el techo de cristal no se había roto, pero había quedado resquebrajado en 18 millones de trozos. “El camino será más fácil la próxima vez”, anunció.
La primera vez que una mujer se presentó a las presidenciales fue en 1872. No recibió un solo voto electoral. Ahí empezó la batalla por tener representación en la vida política, incluido el derecho a votar, que no llegó hasta 1920.
Fuente: El País