El presidente de ArSat, Rodrigo de Loredo, dialogó con Todo Pasa y brindó detalles de la situación por la que atraviesa la empresa estatal. ¿El ArSat II está girando en órbita a pérdida?, preguntó este medio. «No está comercializado como debiera porque es casi nula la explotación comercial en otros países. No se tuvo la responsable visión de su financiamiento cuando se lanzó», contestó De Loredo.
En ese sentido, anticipó que las autoridades se encuentran realizando una auditoría «y se verá qué hacemos con los resultados”. Y sentenció: “esta empresa invirtió US$ 3.500 millones y no se tuvo un control de esos fondos, con contratos que no tenían respaldo administrativo y sospechamos de sobreprecios en algunas compras».
«Cuando se proyectó la construcción de un tercer satélite ArSat III, debía hacerse sabiendo que se financiaría con los ingresos que generara el ArSat II que ya está en órbita», explicó De Loredo.
«Para ofrecer estos servicios de datos e Internet/tv tiene que tener autorizaciones de los países para poder comercializarlos en otros países que no sean Argentina. Esos trámites de autorización previa no están hechos. Lo ilustro de la siguiente manera: un cliente en Bolivia me pide servicios, y no se lo puedo ofrecer porque no se hicieron los pedidos correspondientes», indicó.
Sobre el ArSat III, dijo que «es falso que esté frenado el proyecto. Sí está demorado», dijo. Y agregó: «soy prudente porque me encontré con una empresa que tiene muchos méritos, pero por otro lado en su balance hay cosas que dejan mucho que desear», expresó. Y remarcó que es importante que la Argentina haya lanzado dos satélites y se consolide en la región como referente en la materia.
Google planea invertir dinero en Space X, en una compañía de cohetes de Elon Musk, con un valor de 10.000 millones de dólares. Esta compañía está especializada en vuelos espaciales privados y en la fabricación de satélites, siendo esto último lo que habría interesado a los chicos de Google.
Space X, mejorar la velocidad de Internet
Space X tiene intención de poner en órbita cientos de satélites para mejorar la velocidad de Internet y mejorar el soporte del mismo, llevándolo a lugares donde aún no ha llegado. Esto es lo que ha interesado a Google, que quiere invertir 10.000 millones de dólares en Space X, con un proyecto que podría necesitar cinco años para realizarse por completo.
“Es el propósito de un acuerdo, en el que todavía se está trabajando.” Según se puede leer en The Information.
“Apoyar el desarrollo de satélites Space X podrían llevar Internet a cualquier parte del mundo y a miles de millones de usuarios que aún no lo tienen.”
Space X quiere situar esta flota de nuevos satélites a una altitud de 1.200 Km y llevar una conexión parecida a la que se tiene con una fibra óptica actual, pero a cualquier parte del mundo. Facebook está construyendo sus propios drones para llevar Internet a cualquier parte del mundo, por lo que parece que es un tema de interés general.
Google ya tiene otros proyectos parecidos, “Project Loon”
La compañía ya tiene otros proyectos abiertos, como “Project Loon”, con el que tienen el mismo propósito de llevar Internet a aquellos lugares donde aún no ha llegado, por falta de medios o por falta de cobertura, pero en este caso con ayuda de globos aerostáticos.
El sistema del proyecto Loon de Google consiste en llevar la conectividad de Internet a personas que se encuentran en zonas marginadas o de difícil acceso, a través de un sistema de globos que se conectan entre ellos y a unas estaciones situadas en la tierra. Estos globos se situaran a una altitud de 20 Km de la tierra, en la estratosfera y llevan incorporados paneles solares para la alimentación y energía. Estos se mueven mediante la energía eólica y se desplazan alrededor del planeta. Con esta tecnología se consigue llevar Internet a zonas más inaccesibles con una velocidad similar al 3G, aunque se pretende que esta vaya mejorando si consiguen llevar el proyecto adelante, según informa el sitio ipadizate.es.
(Télam) – El satélite argentino ARSAT, lanzado el jueves, comenzará a operar telecomunicaciones para fines de diciembre o principios de enero, según estimaron los autores del proyecto.
Concretamente, para entonces el artefacto habrá absorbido los clientes que operaban en naves alquiladas y comenzará a prestar el servicio de telecomunicaciones para el que fue diseñado y construido en el país, una vez que se constate que responde a las órdenes, que las piezas y componentes están en perfecto estado.
«Este tiempo de pruebas, demandará un mes o mes y medio», precisó el presidente de ARSAT, Matías Bianchi en diálogo con Télam.
Bianchi estima que el satélite ARSAT-2, que ya está terminado en Invap, será puesto en órbita a mediados del año que viene, con lo cual pasará a ocupar la posición 81, la segunda adjudicada al país, y las tareas de ambos serán complementarias.
El ARSAT-1 es una banda KU, pero el 2 será un poco más complejo. Tendrá tres antenas y una cobertura hemisférica. Cuenta con la banda KU, pero agregará la CE, que es la banda para trasmitir contenidos audiovisuales.
El ARSAT-2 tendrá un sensor que mire al cielo, dibuje el mapa galáctico e interprete cuál es la posición en el espacio. Se hará cargo, en especial, del transporte de contenidos audiovisuales argentinos, que ascienden al 70 por ciento de lo que se produce en el mercado televisivo de habla hispana.
El proyecto de la empresa ARSAT de construir dos satélites geoestacionarios demandó una inversión de 520 millones de dólares, naves que garantizarán las telecomunicaciones locales, la provisión de Internet a las 2500 escuelas rurales del país y zonas remotas y la exportación de contenidos audiovisuales.
Los satélites geoestacionarios también prestarán servicios para el control de pesca por par de la Prefectura Naval, para el control de fronteras por la Gendarmería, para tareas para el Ejército, para el funcionamiento de los cajeros automáticos en lugares remotos del país y para la tarjeta SUBE, entre otras prestaciones.
«El hecho de tener un satélite ya en el espacio nos permite tener proyectos a más largo plazo y mejorar lo que hicimos, ser más competitivos y poner a trabajar a la comunidad científica en desarrollos que están más allá de la frontera», explicó Bianchi.
El presidente de la empresa dijo que el ARSAT-1 «es para dar servicios en la Argentina, tiene mucha potencia concentrada en el territorio nacional y países vecinos. Además, estamos cubriendo todo el país para el servicio de televisión digital (TDA). Nadie diseña un satélite sólo para la Argentina, se diseña pensando en superficies más amplias. Nadie diseña para dar cobertura en la Patagonia y en la Antártida, porque comercialmente tampoco son zonas rentables. Aquí es donde empieza a intervenir el Estado», argumentó.
La actividad del ARSAT-1 y el 2 serán complementarias, pero con el segundo, la Argentina ampliará el registro de las trasmisiones, tendrá una mayor cobertura, esto es como un techo a dos aguas, en el vértice estarán los satélites y hasta dónde llegue la sombra será la capacidad de la emisión.
Con los dos satélites geoestacionarios en el espacio, la tecnología nacional podrá llegar hasta los Estados Unidos, cubriendo toda América del Sur, Centroamérica y el Caribe.
ARSAT es una empresa del Estado creada en 2006 para desarrollar el sistema satelital geoestacionario. El 98 por ciento pertenece al Ministerio de Planificación y el 2 restante a Economía.
El requerimiento fue de ARSAT, pero el diseño y construcción de los satélites estuvo a cargo de Investigaciones Aplicadas (Invap), la estatal rionegrina que invirtió siete años y un millón trescientos mil horas hombres en el armado de las naves. El ARSAT-1 se fabricó en siete años, pero su gemelo el 2 sólo demandó la mitad del primero.
«Hay un seguimiento conjunto con Invap, tenemos los equipos trabajando en colaboración. ARSAT lideró el proyecto desde la parte administrativa, de operación y las compras de los componentes. Invap hizo la parte de ingeniería dura y de fabricación», detalló Bianchi.
El presidente de ARSAT, ingeniero industrial de 43 años, señaló que entre los técnicos y científicos que construyeron los satélites hubo entre 10 y 15 expertos que regresaron al país atraídos por el proyecto. «Hasta tenemos un científico francés que vino para participar de la construcción», señaló.
En Invap, la jefa del proyecto satelital más complejo que se haya construido el país fue la ingeniera electrónica, Ana Caumo, de 42 años, quien se recibió en la Universidad Nacional de La Plata.
Bianchi reivindicó la experiencia acumulada por el país antes de llegar a la construcción de satélites geoestacionarios, como fue el manejo tecnológico en materia de energía nuclear y la adquisición de horas de experiencia en la fabricación de los satélites científicos SAC, que están en órbitas a no más de 600 km de la tierra.
Según el titular de ARSAT, del trabajo con los SAC la Argentina pudo extraer la experiencia para construir los radares que sirven hoy para la seguridad en los vuelos comerciales y los de protección para la defensa nacional.
«El hecho de gestionar proyectos complejos de alta tecnología permite, primero, sacarte el colonialismo mental de la cabeza y, segundo, facilita que te abras a otros ámbitos y al manejo de otro tipo de tecnologías, dado que ya se adquirió la capacidad para liderar en el sector», subrayó.
En tanto, la ingeniera Caumo manifestó que «es un placer trabajar en Invap. Es un placer trabajar con clientes como ARSAT. Es una excelente idea que un gobierno como éste tenga este tipo de modelos y, por favor, sigan así».
(Télam) – A las 18 de hoy, desde la base de Kourou, en Guayana Francesa, se lanzará el primer satélite geoestacionario argentino, denominado Arsat-1, que constituye el inicio de un camino que se completará con el Arsat-2 para abarcar un extenso territorio desde Estados Unidos hasta Islas Malvinas con servicios de televisión directa al hogar, acceso a Internet con recepción en antenas Vsat y telefonía IP.
«Estamos con el satélite prácticamente en el espacio, tienen que pasar un montón de cosas pero sabemos que está bien hecho y nos sentimos contentos con el resultado», compartió el presidente de la empresa estatal Arsat, Matías Bianchi, en diálogo con Télam.
Bianchi contó que un equipo de una veintena de personas trabaja hace un mes y medio en controles técnicos del aparato en la estación espacial y «está todo bien, en línea para el lanzamiento que arrancará por la mañana con chequeos de prueba hasta el momento en el que hay una ventana entre las 18 y las 19» para poner al Arsat-1 en el espacio.
Entonces, el lanzador soltará el satélite a 250 kilómetros de la Tierra, desde donde deberá remontar hasta los 36 mil kilómetros en la posición orbital definitiva comandado desde la sala de Operaciones Satelitales dirigida por Juan Aurelio, en la estación terrena en la localidad bonaerense de Benavídez.
«Pasa de una órbita elíptica como la de un balón de rugby a la redonda de una pelota de fútbol», sin variar el punto en el que se estaciona encima de la Tierra, durante un mes de maniobras con un motor que gasta el 80 por ciento del combustible del aparato.
«Hay una transformación que se está dando a una velocidad muy rápida entre el sueño y la realidad», dijo Bianchi respecto al sentimiento general de la «gente que estuvo trabajando mucho en satélites hasta que un día le dijeron ‘ahora tenés que fabricar uno en Invap'», la empresa estatal rionegrina, en Bariloche.
Ese sueño «se fue trabajando; avanzaba un poco más o un poco menos, como cuando uno está en un río ancho y el agua no se mueve, pero cuando llega a la zona de rápidos el bote va cada vez más rápido: esa era la sensación», comentó Bianchi, joven ingeniero industrial egresado de la Universidad de Buenos Aires.
El resultado constituye «una experiencia muy valiosa, y decimos que entre Arsat y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales tenemos que tener la ‘sala limpia’ de Invap ocupada con satélites y proyectos continuos, porque no podemos perder la práctica de la gente que trabaja ahí», enfatizó.
«Tenemos que lograr capitalizar esta experiencia en otras industrias y expandirla con una mirada regional, trabajando con otros países latinoamericanos para compartir esto que tenemos», acotó.
Bianchi se refirió a «desarollar la plataforma de satélites y movernos rápido sobre el piso sólido que hemos establecido para acortar los ciclos», de cara al futuro con el Arsat-2, ya en ensayos y con lanzamiento previsto en 2016, y el Arsat-3, previsto para 2018, así como también para trabajar con terceros.
Bianchi informó que «Argentina gasta anualmente unos 25 millones de dólares en alquiler de capacidad satelital que, una vez transferidos los clientes al Arsat-1, va a dejar de gastar».
Actualmente «la capacidad satelital empresaria está concentrada en tres empresas, una estadounidense, una europea y una mixta», dijo.
El proyecto Arsat-1 demandó 270 millones de dólares y permitió que Argentina no perdiera la posición orbital 81, codiciada porque enfoca desde Estados Unidos hasta las Malvinas, y con el Reino Unido en espera en la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
El riesgo de pérdida de la posición orbital se remonta a cuando la empresa Nahuel tenía el servicio satelital privatizado y debía construir el segundo Nahuel-SAT, pero discontinuó la actividad; en 2006, el gobierno de Néstor Kirchner decidió crear Arsat.
En 2007 el primer Nahuel-SAT salió de servicio por acabar su vida útil y Argentina debió alquilar el AMC 6, desde donde irán migrando los servicios hacia el flamante satélite geoestacionario nacional.