Mendoza

(Todo está entre paréntesis) / Newsletter de Mauricio Llaver

(El intento de homicidio agravado contra Cristina genera un paréntesis de consecuencias imprevisibles. Nadie sabe muy bien qué está sucediendo ni para dónde pueden dirigirse los acontecimientos, mientras los otros problemas permanecen con toda su intensidad. En medio de la incertidumbre, trataré de pintar algunos trazos gruesos de este momento agobiante del país).
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4 de septiembre 2022

(La Argentina vive una crisis política, social y económica, todas entrelazadas. Lo que se mueve en uno de esos planos, repercute en los otros. Si no hay un gran acuerdo político, no se ve ninguna salida. Pero eso es más fácil de decir que de hacer).

(La suma de tantas crisis se resume en una sola palabra: incertidumbre. Y la incertidumbre es el mayor enemigo de la toma de decisiones en cualquier nivel).

(Lo más importante en estos momentos es bajar los decibeles desde todo punto de vista. E impedir que la situación escale en una violencia incontrolable. Eso está clarísimo y es de una obviedad apabullante, pero también es más fácil de decir que de hacer).

(A quien corresponda: “Utilizar el orden para enfrentar al desorden, utilizar la calma para enfrentar a los que se agitan, esto es dominar el corazón”. Sun Tzu, “El Arte de la Guerra”, Siglo V AC).

(La carátula del ataque contra Cristina Fernández de Kirchner es “intento de homicidio agravado”. Es bueno manejarse con esa categoría y respetar siempre lo que dice la Justicia. Siempre).

(A Cristina Fernández le apuntaron con un arma a centímetros de su rostro y, por lo que se ve en las imágenes, ni siquiera se dio cuenta de eso. Le llevará un tiempo procesar psicológicamente lo que le ocurrió. El impacto que eso tenga en su psicología tendrá consecuencias políticas).

(Afortunadamente para el clima político del país, la custodia de Cristina estaba a cargo de su propio gobierno nacional y no de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hay que pensar en el nivel de interpretaciones conspirativas que tendríamos si eso hubiera ocurrido con la policía de CABA. Larreta se salvó).

(La actuación de la custodia de la vicepresidente simboliza el funcionamiento paupérrimo de todo el Estado, manejado por el propio gobierno de la vicepresidente. No hace falta abundar en detalles).

(La mañana del viernes, Ricardo Montacuto hizo un editorial impecable en su programa de Radio Nihuil, serio, sensato, con el tono que demandaba un momento tan difícil. Inmediatamente llegaron los comentarios de los oyentes y la mayoría pensaba que “estaba todo armado”. Hablé con Montacuto esa tarde y me dijo: “Y sólo pasamos un tercio de esos mensajes”. El nivel de incredulidad es tan alto que será dificilísimo cerrar la grieta).

(El viernes y sábado he tenido la desgracia de quedar enganchadísimo a las noticias y a las redes sociales. Me parece que las opiniones sobre Cristina y su gobierno han quedado cristalizadas, y que nadie, o muy pocos, han cambiado su opinión sobre ella. Así lo percibo).

(Alberto Fernández es un hombre imprevisible, pero sigue siendo el presidente de la República. Al punto que, a las 12 de la noche, puede decretar un feriado nacional para el día siguiente. Un día cualquiera, la lapicera de Alberto puede dictar indultos, remover ministros, cambiar alianzas internacionales, modificar presupuestos y hasta decretar estados de sitio. Esta semana fue una muestra de todo el poder inquietante que conserva).

(Mientras todo esto condiciona el gran juego en la cúpula, el gobierno mantiene la obligación de administrar el país. El intento de homicidio agravado ha congelado por unas horas las otras decisiones, pero los ciudadanos tienen que seguir viviendo, produciendo, educándose, y necesitan una hoja de ruta clara para tomar decisiones cotidianas. El país ya está suficientemente paralizado como para sumarle paros, marchas y movilizaciones que sólo postergan la resolución de los problemas reales).

(En este clima de convulsión, en la Argentina está comenzando un ajuste económico para corregir las variables que este gobierno desajustó. La inflación de agosto estuvo entre 6% y 7%, y la de septiembre arranca en niveles similares; el Banco Central perdió US$ 540 millones en el mes que terminó; las nuevas boletas de servicios públicos impactarán en las próximas semanas; Sergio Massa va a Washington a pasar la gorra, y veremos quien le presta plata a un país incomprensible).

(En la madrugada del viernes, el gobierno mendocino no adhirió al paro nacional. Lo hizo de una manera confusa, bastante imperfecta y hasta con una legalidad cuestionable. Pero la dirección fue correcta: la forma de salir es trabajando y no con feriados absurdos, que hasta dejaron a muchos jubilados sin cobrar. Y en una provincia llena de turistas extranjeros, hubiera sido un papelón que encontraran comercios cerrados de un día para otro).

(El viernes por la tarde, ex gobernadores mendocinos repudiaron el ataque a Cristina, rechazaron la violencia, y llamaron a encontrar caminos de diálogo con tolerancia y respeto. Firmaron Bordón, Gabrielli, Lafalla, Cobos, Jaque, Pérez y Cornejo. Estuvo muy bien. La institucionalidad se construye en el largo plazo, con muestras de sensatez expresadas con regularidad a lo largo de mucho tiempo. ¿Pruebas a nivel histórico? Léase “Por qué fracasan los países”, de Daron Acemoglu y James Robinson).

                       

Mientras tanto, esto también sucedió y sucede

UN AJUSTE FABULOSO DESDE LO CONCEPTUAL. Carlos Melconian, hablando del ajuste en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires: “Esto con visión de futuro para la Argentina es buenísimo, porque han perdido la virginidad. Si el Gato Macri estuviera ahora en la Casa Rosada auditando los planes sociales, subiendo las tarifas o cortando la computadora a los chicos, dirían ‘cada vez que vienen estos tipos ajustan y después tenemos que venir nosotros a darle algo al pueblo’, por eso esto es fabuloso desde lo conceptual”.

MIJAÍL GORBACHOV: ADIÓS A UN HOMBRE DECENTE. La historia nos arrolla con tanta velocidad que hacía mucho que no escuchábamos sobre Mijaíl Gorbachov, quien murió esta semana en Moscú, casi solo y olvidado. Gorbachov enfrentó una situación única: quedar al frente de un imperio (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1985) que era una superpotencia nuclear y militar sostenida por un régimen político totalitario y una economía de barro. Junto con su canciller Eduard Shevardnadze, trataron de reformar a su Estado a través de la glasnost (apertura política) y la perestroika (apertura económica). Pero la URSS ya estaba profundamente herida (Carlos Fuentes: “murió de osteoporosis”), y su caída la llevó a la desintegración. En aquel derrumbe asombroso, Gorbachov se cuidó de utilizar el poderío nuclear de su Estado, lo cual podría haber llevado al mundo a su destrucción. Era un líder que, si bien sabía que las relaciones internacionales y la política tienen reglas propias (Tucídides, Maquiavelo), era consciente de que el bien y el mal existen, y que en momentos decisivos de la historia una moral esencial hace toda la diferencia. Sólo basta pensar en lo que hubiera sido aquel derrumbe con algún canalla como Stalin, Hitler o Putin al frente del imperio en descomposición. Gorbachov fue un hombre decente, y la historia le va reconocer cada vez más aquella orgullosa condición.

Y UN VINO, POR SUPUESTO. Si se la compara con la extensa historia del champagne, que arranca más o menos a fines del siglo 17, la trayectoria de los espumantes en la Argentina es relativamente corta. Pero a veces, algunos ejemplares locales parecen tener la impronta de los mejores de Francia. Me pasó con el Baron B Héritage, que el grupo Moët Hennessy lanzó el año pasado en la Argentina y una de cuyas botellas degusté con un par de amigos expertos en el tema. El Héritage es magnífico, y está entre lo mejor de lo que se produce por acá. Sólo puedo decir que me hizo acordar a algunos de los (pocos) grandes espumantes franceses que he tenido la suerte de probar. Tiene una oxidación perfecta y dan ganas de saborearlo de a poco, mientras se lamenta que la botella se vaya a terminar. Es un assemblage de tres añadas (2001, 2011 y 2015), que evidentemente aportaron lo mejor para ese corte único y que le tiene que haber llevado mucho trabajo a los técnicos de Chandon. Pero ese es problema de ellos: lo mío es disfrutarlo, y bien que lo hice. El Héritage mejora infinidad de entradas, platos fuertes, postres y quesos, y es realmente un distinto. Lo degustaré todas las veces que pueda.

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