Uno de los factores por los cuales Cristina Kirchner se negaba a imprimir un billete de mayor denominación no era sólo por no querer reconocer la inflación, sino porque tener un billete máximo de $ 100 fomentaba el consumo.
Es un factor psicológico dentro de la población: medido en dólares, equivale a apenas u$s 7. Se gasta sin problemas, como si fuera un pago con tarjeta, donde no se siente el dolor de sacar la plata del bolsillo. Ahora, un billete de $ 1000, como el que entrará en circulación el año que viene, restringe el consumo, porque nadie quiere sacárselo de encima. Basta un ejemplo: la mitad de los asalariados gana menos de $ 6500. O sea, recibirán seis billetes de $ 1000 y uno de $ 500. Les costará mucho desprenderse de ellos.
En rigor, el billete de $ 200 ya había sido diseñado por el gobierno anterior con el rostro de Hipólito Yrigoyen y el de $ 500 con el de Juan Domingo Perón. Pero el macrismo optó por imágenes de animales autóctonos porque, a su entender, representan mejor un punto de encuentro entre los argentinos que los próceres.
En tanto, Federico Sturzenegger había propuesto en abril pasado eliminar el billete de $ 100 para fomentar una mayor bancarización y reducir la economía informal.
«Si Kenya ha logrado que gran parte de las transacciones de pago se hagan por celular, ¿por qué no podría hacerse en la Argentina? Un país que mira hacia adelante llamaría a Apple para desarrollar sus versiones de dinero electrónico en nuestro territorio, y expandiría el uso de la SUBE como medio de pago generalizado», había dicho el actual presidente del Central en la nota escrita hace menos de un año en el diario La Nación.
Un ejemplo en este sentido es lo que viene haciendo Uruguay con los alquileres: hay que registrar el contrato y el pago lo tiene que hacer el inquilino por vía electrónica. En caso de que no se haga así, pierde el derecho al desalojo en caso de incumplimiento de pago. En Argentina, todos tendrían miedo de los ocupas e inmediatamente registrarían los contratos.
¿El billerte de $ 1000 se cotizará más, al ocupar menos espacio físico? Así sucede con el de 500 euros. En el euro blue el precio de compra es $ 14,80, pero si se tiene un billete de 500 lo pagan
$ 15,20, o sea $ 0,40 más. Se dice que cuando se los demanda hay una coima dando vueltas, porque se quiere achicar el bulto.
«Hay clientes que llevan billetes de 500 euros a Paraguay, porque esa frontera es como un mini Hong Kong para los comerciantes y contrabandistas. Desde ahí, vía una financiera, lo giran a Brasil. Si tenés que llevarlos desde Argentina, es 5 a 1 contra billetes de dólar: eso hace la diferencia en los pasos fronterizos y los bultos», dicen.
Fuente: El Cronista
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