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Yoga, clases de cocina y zumba gratis en un sitio histórico de Mendoza

El Mercado de Cuyo incorporará una variada agenda de actividades para mendocinos y turistas.

En la casona antigua donde dormía la siesta el General San Martín, hoy funciona el Mercado de Cuyo, un almacén con más de 1.000 productos saludables, naturales, gourmet y delicatessen. Ahora, el espacio incorporará una variada agenda con clases de zumba, yoga, cocina, entre otras actividades, todas con entrada libre y gratuita.

La propuesta se llevará a cabo los sábados y comenzará el 11 de marzo con una clase de zumba, a cargo de la profesora Laura Ríos, miembro de la Zumba Instructor Network. Continuará el sábado 18, con yoga guiada por Valeria Imperiale, profesora de Yoga Integral y también de Yoga terapéutico Ayurveda. 

Las clases serán con entrada libre y gratuita.

En tanto, el 25 de marzo será el turno de la clase de cocina, dictada por Rosario Díaz Araujo, chef orientada a la alimentación saludable. Ha sido jurado en concursos y crítica gastronómica, trabajó en la TV española en Canarias y en Mendoza se destaca por su personaje en Canal 9, “La Gondolera”.

“Queremos continuar incorporando nuevos servicios no sólo a nuestros clientes, sino a toda la comunidad mendocina y turistas que nos visitan, por lo que vamos a continuar con estas clases y sumar otras en los próximos meses”, explicó Sergio Patta, propietario de Mercado de Cuyo. En ese sentido, adelantó que se agregarán talleres a cargo de nutricionistas y habrá también capacitaciones para públicos específicos.

El sábado 25 de marzo será el turno de la clase de cocina dictada por la chef Rosario Díaz Araujo.

El Mercado de Cuyo funciona en el espacio que antes ocupaba La Casa del Fundador, en Los Pescadores 1979, Las Heras. Se trata de una estancia antiquísima, perteneciente a la familia de Pedro Molina.

Cuando los españoles fundaron la Ciudad de Mendoza plantaron allí uno de los primeros tres pinos que tuvo la provincia, que servían de “faro” a los visitantes. El General José de San Martín era muy amigo de Pedro Molina, por eso pasaba casi diariamente a intercambiar novedades y, de paso, a dormir una siesta a la sombra de ese pino añoso.

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