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Fernando Iglesias

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Con un discurso muy crítico hacia las distintas versiones de populismo (peronismo, menemismo, kirchnerismo, sciolismo, massismo) Fernando Iglesias disertó en Córdoba invitado por la Bolsa de Comercio.
Estructuró su planteo entre la necesidad que tiene el país de integrarse “de forma inteligente” a la región y el mundo y la obligación política de reconstruir los pilares de la república y de evitar nuevas experiencias de administraciones populistas.
“Veo a una mitad de la Argentina que ha entrado con esfuerzo pero con éxito al siglo 21 y ha tenido capacidad de sobrevivir. Pero la otra mitad se ha quedado enfrascada en fracasos históricos como los que vemos en el norte del país o en el conurbano bonaerense. Allí se gestaron reductos de gobierno feudales con sociedades marginadas. El Conurbano, por ejemplo, es la gran fábrica de pobres que inventó el peronismo para perpetuarse en el poder”, afirmó.
Y en esa línea planteó su interrogante principal: “¿qué se juega en 2015? Es importante pensar que el problema del país no es el kirchnerismo en sí, sino un modelo que responde a la estructura económica y a la capacidad que ha tenido el peronismo de lograr sus aspiraciones. Y que se apoya a la vez en el fracaso del resto de la clase dirigente. Lo que está en discusión en 2015 es si vamos a convertir al país en un gran Conurbano”, planteó.
Cimentó ese planteo en plano de las especulaciones electores. Y de forma tajante señaló: “hay que pensar muy bien antes de votar. Yo estoy seguro que si no hacemos bien la cosas se viene el peor peronismo, que es el del conurbano, el peronismo de Massa y Scioli. Parafraseando al Papa, yo creo que con Massa o Scioli vamos a una mejicanización. No porque ellos sean narcotraficante, sino porque están apoyados por lo más contaminado de la política del país”.
Con un discurso plagado de duras metáforas afirmó que con los últimos gobiernos peronistas las clases pobres pasaron de exigir un salario a “rogar por un subsidio”. Y marcó que “lo más grave del país es que el peronismo es como una droga y la Argentina tiene que tratar de dejar esa adicción”.