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Los usuarios de Gmail tendrán una nueva función disponible. Ahora podrán enviar mensajes que se autodestruyan. ¿Cómo? A través de Dmail, un complemento para Chrome que permite ponerle fecha de expiración a los mensajes que se envien por el servicio de correo de Google.
Según informan en su sitio oficial, Dmail utiliza una encriptación de 256 bits en cada correo, sin importar si el usuario tiene o no instalado el complemento. Los mensajes solo son accesibles por el remitente y el destinatario del correo. Los usuarios que no tengan instalado el complemento recibirán un mail con un link a una ventana externa que les permitirá ver el mensaje.
Los correos cuentan con varias opciones de configuración a la hora de seleccionar el período de tiempo en el que el correo se mantendrá visibile. Los correos pueden autodestruirse en un día, una semana o un año. A su vez, una opción también permite mantenerlos disponibles para siempre, según informa Infotechnology.

«Cobra por tu atención». Ese es el slogan detrás de wrte.io, un servicio de correo electrónico que permite a los usuarios cobrar un precio por cada mail recibido. El sistema puede generar conflictos con la persona que envió el mail, pero se puede convertir en una buena forma de achicar la cantidad de correos en la bandeja de entrada.
El servicio funciona de dos maneras: el usuario puede adquirir un @wrte.io o redireccionar su mail personal a uno @wrte.io. Luego, cada persona puede elegir cuánto cobrar por la lectura de ese correo. Al enviar un mail, el remitente verá en su casilla otro correo en donde se indica que se debe pagar un determinado monto por el envío de esa carta, según informa Infotechnology.
Los pagos son procesados y pueden ser enviados a la cuenta personal de cada usuario o directamente para donación. El sistema acepta distintos medios de pago como tarjetas de crédito y Bitcoin.
Actualmente wrte.io se encuentra en un período beta abierto en donde cualquier persona puede inscribirse y probar el servicio.

En 2012 se enviaron unos 144.000 millones de mails por día, situación que tiene
su correlato en el creciente tiempo que le destinamos a su gestión. Sin dudas que
las nuevas tecnologías han mejorado las comunicaciones y la productividad en las
empresas, situación que se potencia en el presente ante la proliferación de dispositivos
portátiles (en cualquier momento es posible chequear si tenemos un nuevo correo). Pero
también se debe tener en cuenta los resultados de varios estudios que demuestran que su
mal uso puede implicar efectos opuestos, al generar dependencia, obsesión y ansiedad
en los trabajadores.

Empezando con los beneficios, resulta relevante el estudio realizado por el McKinsey
Global Institute (“The social economy: Unlocking value and productivity through
social technologies”). En base a una encuesta realizada, obtienen que el 72% de las
empresas utilizan tecnologías sociales, aunque pocas alcanzan su beneficio potencial.
Entre las ventajas de su uso se menciona el incremento en la velocidad de acceso al
conocimiento, la reducción en los costos de comunicación, viajes y operativos, mayor
rapidez en interacción con expertos internos, superior satisfacción de los empleados
y más innovaciones exitosas. Las herramientas a optimizar dependen de la actividad a
realizar (desarrollo de productos, servicio al cliente, etc.) y se pueden obtener ganancias
de productividad laboral de hasta un 25%. Por último, resulta significativa la estimación
de que un trabajador cuya tarea consiste en interactuar con compañeros, clientes y
proveedores destina un 28% de la semana de trabajo a administrar su correo electrónico.

También están los problemas. A modo ilustrativo, el escritor Chuck Klosterman realiza
la siguiente analogía entre los mails y las guerras zombis, fenómeno de moda en la
cultura popular. Señala que estas guerras son de desgaste, ya que matar zombis equivale
a leer y borrar 400 correos de trabajo todos los lunes a la mañana, cuyo único riesgo es
perecer bajo su avalancha (lo malo es que nunca dejan de venir).

En un trabajo reciente (A pace not dictated by electrons: An empirical study of work
without email) se analizó las consecuencias de suprimir el correo electrónico por cinco
días a los trabajadores de una empresa informática. Se obtuvo como resultado que el
correo electrónico induce una mayor fragmentación del trabajo y mayores niveles de
estrés. También que en su ausencia, los trabajadores se toman descansos en el trabajo de
manera más frecuente, aumentando las interacciones cara a cara con sus compañeros de
trabajo.

Concluyendo, es innegable el aporte potencial de las nuevas tecnologías a la
comunicación y la productividad en las organizaciones. Pero su mal uso puedo ser
contraproducente, por lo que se recomienda establecer algunas reglas de uso, como por
ejemplo, identificar mails por prioridad y usar otros canales para atender emergencias.

Néstor Grion

Investigador del IERAL de Fundación Mediterránea