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En Atenas, la policía detuvo al menos a unas 50 personas, durante los disturbios con los que terminó la multitudinaria marcha contra los nuevos recortes del Gobierno, según informó a Efe un vocero de la fuerza de seguridad. «Por el momento hay unos 50 detenidos, aunque la cifra no es definitiva, ya que las operaciones continúan. No tenemos constancia de heridos», explicó esta fuente.
Las marchas fueron muy convocantes, en las principales ciudades del país europeo. Sólo en Atenas decenas de miles de personas, 35.000 según la Policía. «Los pueblos de Grecia y España se deben unir para luchar contra estos planes de empobrecernos y hacer más ricas a las élites del norte», declaró una periodista griega que recientemente fue despedida de su trabajo, según informael sitio TN.
Todo transcurría con normalidad y de forma ordenada, aunque en un ambiente de bronca contra los planes del Gobierno para recortar 11.500 millones de euros de los presupuestos de 2013 y 2014 por exigencia de la llamada troika, formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
En un momento de la protesta, un grupo de manifestantes impidió incluso que jóvenes encapuchados atacasen un local de una importante marca internacional de moda. Sin embargo, otro grupo de encapuchados empezó a lanzar objetos y cócteles incendiarios a un destacamento de la Policía antidisturbios, que intervino entonces para desalojar la plaza Syntagma, donde se ubica el Parlamento, cuando aún faltaban cientos de personas por llegar.
Los disturbios se extendieron a otras zonas de la capital con carreras y choques entre agentes y grupos de manifestantes. Al menos una mujer debió ser atendida por los médicos por efecto del gas lacrimógeno.
El acatamiento de la huelga en las grandes empresas públicas es de alrededor del 90 por ciento, indicaron fuentes sindicales, que destacaron que, por primera vez, hay una participación significativa del sector hotelero y del pequeño comercio, aunque reconocieron que es pronto para calcular el impacto del paro.

En Tinder un hombre puede elegir si prefiere flirtear con una mujer o con un hombre. El problema surge cuando un hombre heterosexual, que ha elegido chatear con mujeres, está hablando con otros hombres sin saberlo.
El fallo de seguridad ya ha sido solucionado
Esto es lo que ha hecho un desarrollador estadounidense, hackear la aplicación para volver “locos” a unos cuantos usuarios, que pensaban estar chateando con chicas cuando en realidad lo estaban haciendo con otras personas de su mismo sexo.
El razonamiento del hacker fue curioso, ya que él mismo utilizó Tinder para conocer a su actual novia. Sin embargo, ella siempre se quejaba de lo rudas que eran las conversaciones con determinados hombres, que directamente preguntan a las mujeres por sexo o les sorprenden con frases obscenas.
Por eso, para que “bebieran de su propia medicina”, el desarrollador decidió crear un bot que sirviera para que cuando un hombre hiciera “match” con un perfil fictício de mujer creado por él, pudieran tener una mínima conversación.
Pero al programar este bot el desarrollador se dio cuenta de que Tinder tenía un fallo de programación que le iba a permitir ir más allá, según publica The Verge
De hecho, fue capaz de trucar la aplicación para hacer que cuando dos hombres dieran a “me gusta” sobre uno de sus perfiles de mujer falsos, comenzaran a hablar entre ellos, pensando que hablaban con esa supuesta “mujer”.
La aplicación ha arreglado ya el problema de seguridad pero algunos usuarios se han mostrado muy enfadados por el engaño, según informa trecebits.

Romina Franceschini acusó a su padre, el empresario Armando Franceschini, “de extorsionarla por plata”, luego de que éste admitiera haber mentido ante la justicia en 2002 para beneficiar al ex concejal radical, Daniel Ingaramo, en una causa por enriquecimiento ilícito, según publica Cadena 3.
Entrevistada por Mario Pereyra, Franceschini sostuvo que “es muy triste. Todo esto es por plata. Es una extorsión porque (su padre) quiere plata. Él quería una suma importante y un sueldo de por vida. Es capaz de cualquier cosa”.
Por su parte, Daniel Ingaramo, quien debió renunciar en el 2002 por una causa de enriquecimiento ilícito, señaló que “uno no quiere hacer públicas las miserias de una familia. Él tiene antecedentes de violencia. Sabíamos que podía hacer este tipo de cosas, pero las chicas quisieron evitar denunciar. Es penoso exponer esto”.
La empresaria contó que hace alrededor de un año que se hizo cargo de la firma, porque -según ella- su padre renunció argumentando “una enfermedad que no era tal”.
“Nunca estaba en la parte administrativa. Yo amasaba, hacía las tortas. Tenía plena confianza con mi papá. He firmado todo y mucho más. Me encontré sin posibilidades de pago y cuentas embargadas. Por un lado, decía que lo habíamos echado y estafado, y tengo las actas que dice renunciar por estar enfermo y me pone de presidenta de la sociedad”, agregó.
“Tenemos miedo. Hay antecedentes que no los queremos exponer públicamente. Es capaz de cualquier cosa si no le doy plata, que va ante la Justicia y se arrepiente de algo que no es verdad”, finalizó.
Foto: Cadena 3

“¿Qué problema resuelves?”, así suele arrancar el encuentro entre un emprendedor y un inversor. En ese punto, comienza la narrativa personal y empresarial, van de la mano. “Nadie que no se vea afectado profundamente por algo comenzaría una aventura así”, explica Brett Kopf (Chicago, 1987), consejero delegado y fundador de Remind. Evoca su pasado infantil para relatar cómo nació su startup: “No fui un niño fácil. Era disléxico y tenía un trastorno de atención. Llegué hasta los 15 años con mucho esfuerzo y sintiéndome tonto”. Fue entonces cuando la señorita Whitefield apareció en su vida y la cambió para siempre. “Fue capaz de hacerme, primero, una buena persona. Después a desarrollar el pensamiento crítico”, explica este ingeniero agrónomo por la Universidad de Illinois metido a emprendedor.
Su vivencia personal le llevó a crear una aplicación que implica a alumnos, padres y profesores en el proceso educativo. Remind, cuya traducción sería “recordar”, sirve para tener bajo control las tareas, fechas de exámenes y repaso de materia. Se podría definir, y así es como mejor se conoce, como un WhatsApp educativo.
Kopf sigue la lógica del ambiente que le rodea, la de la desintermediación de un proceso conocido, para reinventarlo de nuevo. “Si puedes tener una pizza en casa en solo minutos o un coche que te lleve a donde quieras en cuestión de segundos, ¿por qué los profesores no se comunican igual con los padres?”, se pregunta. Así es como justifica la creación de este canal de comunicación.
La mensajería móvil es una de las tendencias que más crece. Según ComScore, el 40% de los estadounidenses usa este tipo de aplicaciones. Flurry, una consultora de apps, ha registrado un crecimiento del 103% en 2014. WhatsApp, líder en este campo, cuenta con más de 700 millones de usuarios activos mensuales. Le siguen Viber con 200 millones y Line con 170.
En febrero de 2014 Facebook compró WhatsApp por 21.000 millones de dólares. Ese mismo mes, Remind recibió una segunda ronda de inversión de 15 millones de dólares. Un año antes recaudaron 3,5. Más que la cifra, lo relevante de la inversión más reciente es el nombre del fondo: Kleiner Perkins Caufield & Byers. Así como del un nuevo miembro en el consejo John Doerr, visionario y una de las grandes fortunas creadas a la sombra de la tecnología. Forbes estima que supera los 3.200 millones de dólares. Se le considera el impulsor de Google, Twitter y Amazon. Este nombre ha servido para atraer a un buen grupo de trabajadores que estuvieron en los primeros pasos de Facebook. Su sede, austera, en el mismo lugar donde hasta hace año y medio estaba Klout, se encuentra en SOMA, un barrio con alma de vivero de empresas.
No solo se trata de una aplicación de mensajería, sino también de una app educativa, otro sector al alza. Las edutech, como se las conoce en el argot, brotan en Silicon Valley. En 2014 consiguieron 1.870 millones de dólares de financiación según CB Insights. Edmodo, que convierte la clase en red social, consiguió 30 millones.
Uno de los grandes impedimentos a los que se enfrentan estas aplicaciones educativas es el retorno de la inversión. ¿Cómo dar con el precio correcto cuando las escuelas públicas, salvo excepciones, cuentan con presupuestos muy ajustados? Remind, por ahora, es gratis. Kopf subraya en que siempre lo será. Sigue una estrategia de producto freemium, una fórmula que permite un uso básico gratuito pero que cobra por servicios adicionales. Como tales contempla la difusión de contenidos o alertas urgentes.
La plantilla de Remind cuenta con 43 empleados. Todos, tengan el rol que tengan, tienen que pasar, al menos, una hora semanal con un profesor de los 70 que se han prestado al otro lado de la cámara del ordenador. Es su ración de dog food, otro término común para referirse a usar y profundizar el producto en que se trabaja. “Así saben sus problemas, sugerencias, mejoras…”, relata.
Otro de los caballos de batalla de la mensajería es la privacidad, especialmente en un caso tan sensible como este, en el que algunos de los clientes son menores. “En el proceso de alta se verifica la pertenencia a la escuela. Se hace a través del número de teléfono pero solo para verificar, nadie tiene el número de nadie”, indica. Para hacerlo todavía más fiable, los mensajes no se borran, sino que quedan almacenados para su consulta posterior.
Esta semana han estrenado su versión en español. Aunque ya se usa en España, sin necesidad de hacer promoción alguna, su intención es impulsar el crecimiento tanto en América Latina, uno de los mercados más apetitosos para el universo como móvil, como entre los hispanos de EEUU, una de las minorías con mayor tasa de abandono escolar. El siguiente paso será la traducción al portugués, mandarín, francés y alemán.

Si algunas paredes hablaran, sorprenderían. Y si, un día, alguien se animara a cantarle “la justa” a su jefe, más de uno se quedaría con la boca abierta. Una consultora salió a preguntarle a la gente qué le gustaría decirle a su superior pero se contiene. “Dejame trabajar tranquilo” fue la frase más votada. Y, después del fastidio por la marca personal, una de arena: “Te agradezco las posibilidades que me brindás”.
En preguntas abiertas, realizadas a 589 personas, mayores de 18 años, empleados de empresas de primer nivel, las respuestas elegidas giraron alrededor de la capacidad. Después del pedido de tranquilidad, con el 18 por ciento, y el agradecimiento (17), la tercera respuesta más votada fue “sos un chanta”, con el 15. El 12 por ciento de los encuestados aseguró que, si pudiera, le diría: “¡No entendés nada!”. Un 9, en cambio, le agradecería “la paciencia” y casi el mismo porcentaje (8) le pediría que no fuera “tan controlador”.
“Hay una relación amor-odio con el jefe”, explica Nora D’Alessio, socióloga y vicepresidente de D’Alessio/Irol, firma que realizó la encuesta. Por un lado, los jefes parecen extenuar la paciencia de sus subordinados. Pero, por otro, sus empleados saben que, si no llegan a un buen acuerdo con ellos, las posibilidades de progresar en la organización se verían disminuidas.
El reconocimiento, también, fue lo más valorado en un relevamiento sobre hábitos laborales realizado por el grupo RHUO y la Universidad Abierta Interamericana (UAI). El 30,1 por ciento de los consultados pidió jefes que reconozcan lo que hacen bien y corrijan lo que hacen mal. “La idea de coaching está muy presente: la figura de alguien que acompañe en el crecimiento profesional”, dice Mariela Aliandri, gerente de Capital Humano de Grupo RHUO, según indica el sitio Apertura.com
En esa búsqueda del jefe ideal, la otra cualidad más votada fue “que sea claro en la comunicación de las ideas”. El punto fue pedido por el 20,6 por ciento, casi el doble de los que reclamaron cuestiones más terrenales, como que defienda el sueldo o las vacaciones de sus subordinados (11,8 por ciento); o el triple del 5,7 que pidió un jefe que respete los horarios y las funciones de cada uno.
“La gente no quiere ‘jefecitos’”, afirma D’Alessio. Asegura que los empleados piden reglas claras y una autoridad que, sin asfixiar, conduzca a buen rumbo su trabajo. “Los jefes no son amigos: son jefes”, afirma y agrega que no todas las políticas de confraternización son exitosas. “¿Yo qué sé si la persona que trabaja conmigo tiene ganas de pasar tiempo extra laboral en un after office y no de estar con su familia, a la que no ve desde las 7 de la mañana?”, se pregunta.
Para Aliandri, un jefe respetado por la tropa asegura una productividad difícil de alcanzar con cualquier otra política corporativa: “La gente se compromete con las personas, no con las empresas. En esa fidelidad, reside gran parte del capital humano de una organización”. Una camiseta de la que, muchas veces, es difícil encontrar un talle que les quede a todos.