(DyN) – El papa Francisco advirtió en su encíclica sobre el cuidado de la creación y el medio ambiente que la Tierra está siendo «maltratada y saqueada, y clama con gemidos junto a todos los abandonados del mundo», por lo que reclamó acuerdos sobre los bienes globales y diálogo para ir hacia una «ecología integral».
La encíclica, que lleva el título «Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común», fue presentada en forma simultánea en Roma y en el mundo, y es la primera integralmente redactada por el pontífice argentino tras la escrita a «cuatro manos» con el papa emérito Benedicto XVI.
«Esta Tierra maltratada y saqueada clama y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo», subrayó el Papa y exhortó a «cambiar de ruta» hacia una ecología integral.
El Papa denunció «la debilidad de la reacción política internacional» y de «los intereses económicos» a la hora de afrontar la defensa del medio ambiente y consideró que las cumbres mundiales sobre el ambiente «no respondieron a las expectativas» porque no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces».
«Necesitamos un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza global para toda la gama de los llamados «bienes comunes globales», sostuvo y alertó: «La protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente».
El pontífice argentino afirmó que «el calentamiento es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad» e insistió en advertir que el impacto más grave de su alteración recae en los más pobres.
El Papa afirmó que «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos», y aseveró que privar a los pobres del acceso al agua significa «negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable».
Francisco sostuvo que existe «una auténtica deuda ecológica, sobre todo del Norte en relación con el Sur del mundo» y estimó que frente al cambio climático hay «responsabilidades diversificadas» y son mayores las de los países desarrollados.
En la encíclica, de más de 200 páginas, el pontífice cuestionó también el consumismo exacerbado y propuso un cambio en el estilo de vida a fin de frenar la destrucción del planeta y cuidar la creación.
En este sentido, sugirió evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, y apagar las luces innecesarias.
La primera encíclica íntegra del pontífice argentino se llama «Laudato si'» (Alabado seas), frase que toma del «Cántico de las creaturas» de San Francisco de Asís, quien es considera uno de los primeros ecologistas.
El texto pontificio tiene una fuerte impronta argentina, dado que entre los asesores de redacción figuran los teólogos argentinos Víctor Manuel Fernández y Carlos Galli.
La encíclica está dividida en seis capítulos y está atravesada por ejes temáticos que le dan coherencia interna: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso.
También abarca el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.