Mendoza

Gobernar con la palabra desgastada / Newsletter de Mauricio Llaver

“Alberto, no te pongas nervioso” / El ajuste vendrá con un presidente sin credibilidad / Que nadie se sorprenda con la economía / Señores, a votar / Afganistán: el mundo es imperfecto / Cosas del alma: el Credo de Aquiles Nazoa / Y un vino, por supuesto.

22 de agosto 2021

PARA CUANDO TOMEMOS DISTANCIA. Una de las cosas más impresionantes del gobierno nacional es que si uno pregunta quién manda, es absolutamente natural que muchos digan “Alberto” y otros digan “Cristina”. Es raro que nos parezca tan normal a todos. Pero entre uno que no pega una, y otra que le dice públicamente “Alberto, vos tranquilo, poné orden en lo que tengas que poner orden, no te pongas nervioso, y metele para adelante”, la duda se hace más profunda. El presidente está golpeado, pero no sólo porque apareció una foto inconveniente, sino porque se come menos carne, faltan las vacunas, la economía no se enciende, los jubilados cobran menos y la pobreza crece y se solidifica. Además de todo eso -o quizás a raíz de todo eso- hay una crisis de mando, que lleva a que también se hable con bastante naturalidad de que no conviene hacerle juicio político al presidente para que no asuma la vicepresidente. Algún día, con un poco de distancia, tomaremos conciencia de la locura en que estamos envueltos.

LA PALABRA QUE SE DESGASTA. Se acercan las PASO y todos los análisis políticos se focalizan en eso. Pero no olvidemos que después de las PASO vienen las elecciones generales, y después de las elecciones generales Alberto Fernández tiene que gobernar dos años más. El mayor problema del momento es cómo el presidente afrontará eso con su palabra desgastada, y ni hablar de si en las elecciones el gobierno no consigue un triunfo contundente (que no parece ser el escenario, pero en la Argentina nunca se sabe). Alberto tendrá que enfrentar el reacomodamiento de su coalición de gobierno (porque hoy el peronismo es una coalición), según los resultados que dejen las urnas. Y el descalabro descomunal de las cuentas públicas, con un liderazgo que se debilita con cada foto y con cada declaración pública. El mundo argentino no termina en estas elecciones. Y lo que sigue asoma bastante complicado.

QUE NADIE SE SORPRENDA. Esta semana el Indec publicó datos varios sobre la economía, el rebote del último semestre, las series desestacionalizadas, etcétera, hermosos para quienes adoran analizar las estadísticas. Pero pueden resumirse en lo siguiente: el nivel de actividad todavía no llega a lo que era en febrero 2020 (pre-pandemia), y ya con rebote y todo, en junio 2021 todavía no llegábamos al nivel de junio 2019. También se supo que la inflación mayorista del último año fue del 65,9%, y eso que no sólo estamos con tarifas pisadas, sino que el gobierno lo propagandea como un mérito en sus avisos oficiales. Si le sumamos el dólar atrasado, lo que se está emitiendo por la campaña y la deuda que se genera a través de papeles varios, la conclusión es inevitable: después de las elecciones vendrá un ajuste, cualquiera sea el resultado. Si alguien se sorprende para ese entonces, es porque no se está informando.

IR A VOTAR. Las encuestas nacionales y provinciales muestran un alto desencanto y muy bajas expectativas con todo lo que está ocurriendo. No es para menos. Pero los ciudadanos de a pie no tenemos muchas más opciones que ir a votar. En los años 90’s hubo una elección en la cual voté en blanco, pero esa misma noche ya me había arrepentido. Los candidatos que tenemos son un reflejo de lo que somos, y nosotros tampoco tenemos conducta de suizos. Esa es la verdad. Lo único que podemos hacer es ir a votar, sabiendo además que hay mucho chanta que pretende aprovechar ese desencanto prometiendo la felicidad en 15 minutos. Se supone que a algunos ya los conocemos bien, pero por las dudas no hay que dejar de advertirlo.

NOTICIAS DEL MUNDO: LA IMPERFECCIÓN EN AFGANISTÁN. Henry Kissinger decía que en política internacional muchas veces no hay más remedio que elegir entre dos males. Es así. El sistema internacional es anárquico, es decir que no tiene una autoridad superior que lo pueda ordenar, y los Estados son soberanos, en algunos casos con tanta autonomía como para llegar hasta su autodestrucción. Lo mismo sucede con el intervencionismo, que cuando sucede -como con Estados Unidos en Afganistán- es criticado por no respetar la autodeterminación de los Estados, y cuando no sucede -como ahora, que por retirarse han vuelto los talibanes- la queja es que “cómo nadie va a hacer nada por esa gente”. El sistema internacional de naciones, las ayudas internacionales, la soberanía, la intervención (unilateral o multilateral), son conceptos de una imperfección absoluta. Es bueno tenerlo en cuenta cuando suceden tragedias como la de Afganistán, ese pobre país que vuelve hacia el medioevo, que nos seguirán dejando debates que nunca tendrán una solución definitiva.

COSAS DEL ALMA: EL BELLO CREDO LAICO DE NAZOA. “Credo”, Aquiles Nazoa, poeta venezolano (1920-1976): “Creo en Pablo Picasso, todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones, que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo, pero que cada día resucita en el corazón de los hombres; creo en el amor y en el arte como vías  hacia el disfrute de la vida perdurable; creo en los grillos que pueblan la noche de mágicos cristales (…) creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente debajo de la almohada de mi niña (…) creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar, creo en un barco esbelto y distintísimo que salió hace un siglo al encuentro de la aurora (…) creo en el perro de Ulises; en el gato risueño de Alicia en el País de las Maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta (…) creo en la amistad como el invento más bello; creo en los poderes creadores del pueblo; creo en la poesía y en fin, creo en mí mismo, puesto que sé que hay alguien que me ama”.

Y UN VINO, POR SUPUESTO. Las juntadas que organiza Bodega Bianchi son siempre muy agradables, llenas de calidez y buenos vinos. Generalmente está presente la familia completa (va por la cuarta generación), pero la pandemia ha hecho que los nuevos encuentros sean con muchas menos personas. En un almuerzo pequeño estuve hace poco con Silvio Alberto y Sergio Pomar, los dos enólogos principales, y entre muchos buenos vinos degustamos el Enzo Bianchi Gran Corte 2018, que estaba hecho una delicia. No es muy común que un vino tan joven y con tanta potencia esté ya tan redondo, pero lo está. Y es un homenaje a San Rafael, lugar de origen de la empresa, porque todas las uvas siguen proviniendo del mismo lugar (la Finca Asti), a pesar de que Bianchi también produce grandes varietales en el Valle de Uco. El corte es 43% Malbec, 37% Cabernet Sauvignon, 15% Merlot y 5% Cabernet Franc. No es casualidad tanto porcentaje de Cabernet Sauvignon, porque en San Rafael tiene una expresión única con respecto al resto de nuestra provincia. Silvio hasta se atreve a decir que San Rafael es sinónimo de CS, y se nota que está convencido, porque su presencia en este corte le da un realce definitivo a un vino que vale la pena degustar.

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