Mendoza

Casa Rosada, tenemos dos problemas / Newsletter de Mauricio Llaver

El gobierno tiene dos grandes crisis encima. Lástima que no leyeron a Mafalda. Con las Taser, quizás, teníamos dos muertos menos. El #Mendoexit pasa de blanco fijo a blanco móvil (y eso es bueno). Descalzos entre las brasas, por acá seguimos transitando la cuarentena. Un consejo para invertir. Y un vino, por supuesto.

4 de octubre 2020

CASA ROSADA, ESTAMOS EN PROBLEMAS. El gobierno nacional tiene dos grandes crisis encima. La primera consiste en no saber cómo organizar al país ni cómo administrarlo. Esa estuvo desde el minuto cero y hoy no se sabe cuáles son la política económica (o si se la sospecha, el dólar se va a $ 150), la de seguridad, la política exterior, la política ambiental y la de fronteras internas. Pero esta semana se le agregó otra, y es que entró en crisis la única política clara que tenía: salvar a Cristina de los numerosos juicios por su administración anterior. Hasta ahora, CFK avanzaba a fondo en el Senado, y a pesar de las quejas de muchos, el ritmo no se detenía. Pero la aceptación de la Corte Suprema del per saltum para preservar (al menos por ahora) a los tres jueces más cuestionados por Cristina, dificulta ese avance sobre las instituciones. Y si la Corte llegara a dar la razón a los jueces desplazados (¿cómo influirá el pedido de juicio político contra su presidente?), el gobierno se encontraría con que ya no tiene ninguna política clara: ni la de la administración del país ni la de la salvación de su vicepresidenta. Casa Rosada, tenemos dos problemas.

ESTA GENTE NO LEYÓ A MAFALDA. La historia argentina va a registrar que este gobierno, al menos durante sus primeros 11 meses, no tuvo nunca un plan económico claro. Parece increíble, pero es así. Dijeron que iban a aumentar las jubilaciones y las bajaron. Iban a llenar la heladera y no la mejoraron ni medio estantecito, ni siquiera antes de la pandemia. Subieron las retenciones y ahora las bajaron, pero sólo por tres meses. Cae el consumo de combustibles pero en los surtidores valen cada vez más. Los precios están controlados pero la inflación ya está cerca del 3% mensual. Dijeron que no les gustaba el cepo y lo reforzaron a los dos días. Iban a generar confianza con el arreglo de la deuda y dispararon la fuga de depósitos. Se están rifando las reservas del Banco Central y no se ven muchas más salidas que otra devaluación. El ministro Guzmán, en su primer discurso sobre el cual había expectativas reales, se preocupó esta semana más por dirigirse dos veces “a todas y todos” (en ese orden) que en clarificar el panorama. Esta gente, parece, no leyó nunca a Mafalda: “El problema es que hay más problemólogos que solucionólogos, pero ¿qué vamos  a hacerle?”. Quino merecía el mayor de los homenajes, pero justo le hicieron honor con esa frase.

DÓLAR: EL JUEVES POR LA NOCHE, YA SE SABÍA. El jueves por la noche, después de los sorprendentemente pobres anuncios de Guzmán, me llegó este razonamiento que me hizo saber que el viernes, en lugar de aumentar las liquidaciones de granos, lo que iba a aumentar era el dólar: “Un productor sojero recibe un dólar de 51,1. La ‘zanahoria’ del gobierno es llevarlo a 53,3 para octubre: $2 más contra una brecha de $90”. La verdad que con esos números, adivinar no era tan difícil.

CON LAS TASER, QUIZÁS, DOS MUERTOS MENOS. Esta semana, un hombre con problemas psiquiátricos atacó a un agente de seguridad en CABA y terminaron muriendo los dos, porque el agente le disparó con su pistola cuando ya era tarde para defenderse él, y finalmente hirió de muerte al pobre desequilibrado. Los dos podrían estar vivos si al gobierno anterior le hubieran aprobado la idea de usar las pistolas Taser, que permiten un disparo preventivo con un choque eléctrico, que inmoviliza al atacante. Pero la sobredosis de ideología lo impidió, bajo el concepto subyacente de que todos los agentes del orden son asesinos en potencia y de que todos los atacantes son víctimas del capitalismo salvaje. Es parte de un problema que empezó en 1983, cuando toda idea de autoridad fue confundida con autoritarismo, y que escaló hasta terminar en una corrección política casi enfermiza, que llegó a su clímax con el primer kirchnerismo. El exceso de ideología es un lecho de Procusto peligrosísimo en cualquier sociedad, porque cuando se empieza a encajar la realidad a un marco mental predeterminado, se termina en cosas como cuestionar las Taser, un instrumento tan lógico y de sentido común que ni siquiera se debería debatir.

#MENDOEXIT: DE BLANCO FIJO A BLANCO MÓVIL. Reale Dalla Torre hizo una encuesta en Córdoba y Santa Fe similar a la que reflejó en Mendoza el malestar con el gobierno nacional (que simplificadamente se denomina #Mendoexit). Los resultados son para tener en cuenta, porque muestran un país que cruje. A la pregunta “¿Te gustaría o no te gustaría separarte y dejar de depender de los recursos que envíe el Gobierno Nacional?”, el 40% de los cordobeses y el 33% de los santafesinos dijeron que sí (en Mendoza había sido el 35%). Martha Reale lo resume así: “Los ánimos son parecidos, mucho más entre cordobeses y mendocinos. Hay una paridad en términos de opinión que sorprende”. Bien: no sólo es importante ese dato, que en definitiva es el síntoma de un malestar. Lo importante es que Mendoza ya no está sola en la expresión de dicho malestar. Y si al gobierno nacional, para desviar la atención de la catástrofe que tiene encima,  se le ocurriera usarnos como “huída hacia adelante” (Borges, Malvinas), ya no lo podría hacer. No somos los únicos. Podemos reclamar lo nuestro con una fuerza mayor. Y ya no somos un blanco fijo sino parte de un blanco móvil, con lo cual las posibilidades de represalia se diluyen. La encuesta, con todo su trasfondo trágico, no deja de ser una buena noticia para Mendoza.

MENDOZA EN CUARENTENA: DESCALZOS ENTRE LAS BRASAS, PERO VAMOS. Paso a paso, descalzos entre las brasas, en Mendoza seguimos transitando la cuarentena día a día. Esta semana hubo dos buenas noticias. Una, que el temor por un estallido de casos por reuniones clandestinas en el Día de la Primavera no se produjo (en el Gobierno contaban los días). Y dos -en buena parte como consecuencia de eso- que se ampliaron los horarios de comercio y la capacidad de los restaurantes. Es una rueda que se reinicia de a poco y permite, por ejemplo, que este fin de semana el Bus Vitivinícola haya activado el programa “Turismo Interno de Cercanía-Mendoza para mendocinos”. Y que, dentro de la malaria general, y de las variables macro que no se pueden manejar, la vida de por acá se parezca más o menos a lo normal, en un año bisagra, extrañísimo, que nos agarró a todos desprevenidos y nos tiene “chupando un palo sentados sobre una calabaza” (Serrat).

UN CONSEJO DE INVERSIÓN. Para celebrar el alta de mi Covid, esta semana fui al supermercado (bueno, cada uno hace lo que puede). Me encontré con que un Norton Clásico 1895 vale 145 pesos y que un Castel Chandon cuesta 155. Son dos vinos “entry level” que nunca fallan, a un dólar la botella. Y me puse a pensar que en este momento, de “precios cuidados”, muchos vinos que se exportan y que afuera valen, por ejemplo, 20 dólares o más, aquí ya valen menos de 10. Consejo: el que tenga capacidad de ahorro y le gusten los buenos vinos, este es el mejor momento en mucho tiempo (quizás el mejor de todos) para armar la cava de su vida, con grandes vinos que se podrán guardar durante años y con esos dólares que no se pudieron gastar en viajar. No digan que no les avisé.

Y UN VINO, POR SUPUESTO. Desde hace unas cuantas décadas, Ángel Mendoza es una referencia ineludible en los vinos argentinos. Algunos lo conocemos por haber sido alumnos de él, y ya desde entonces –en la prehistoria del gran salto internacional de la vitivinicultura argentina- sabemos que abogaba por hacer vinos de calidad, en una época en que el volumen era el gran norte de las bodegas. El petiso fue siempre un gran personaje, con su vozarrón y sus frases marketineras, como “el vino, ni solo ni a solas” o “el vino hace más hermosa a la mujer, sobre todo cuando lo bebe el hombre”. Pero detrás de eso, hay un enorme profesional y un pionero en toda la línea, que empezó con los grandes vinos de Trapiche y después continuó con los Pura Sangre en su Domaine St. Diego y en asesoramientos varios, donde despliega su veterana pedagogía. Con los años se puso un poco peleón, y utiliza los instrumentos de la modernidad (Facebook) para chucear a los enólogos que promueven los conceptos más modernos en sus vinos. Pero eso es anecdótico, y su trayectoria lo justifica como uno de los grandes de nuestra vitivinicultura. Ángel Mendoza fue una de las puntas de lanza para llegar hasta donde estamos hoy y uno de los primeros que marcó el camino que había que recorrer. Es, con todas las letras, un maestro. Le debemos hectólitros y hectólitros de agradecimiento por su compromiso con los grandes vinos que hoy disfrutamos en nuestro país.

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