Mendoza

El fin del verso / Newsletter de Mauricio Llaver

La evidencia del fracaso es aplastante / Lo peor no es la foto, es la película / Números que hablan solos: inflación, pérdida de salarios, aumentos de la carne / Cómo le está yendo en Ucrania al amigo de Fernández & Fernández / A pesar de todo, estamos en tiempos extraordinarios / Y un vino, por supuesto.

17 de abril 2022

EVIDENCIA APLASTANTE. Con el índice de inflación de marzo y el acumulado del primer trimestre, realimentados por la crisis del matrimonio político Fernández & Fernández, en la Argentina se acelera una fase que podríamos resumir así: el fin del verso. Cristina tendrá que hablar cada vez más del capitalismo, el Estado, el poder y todo eso para distraer de la realidad a su tropa, y Alberto tendrá que ensayar otras maniobras de dispersión además del cambio de pañales de su nuevo hijo, que casualmente se llama como el Papa. Pero no podrán tapar el sol con la mano, lo cual también puede resumirse así: en este gobierno no se sabe quién manda, no ha hecho casi nada bien desde que ha asumido, y ni siquiera tiene un plan económico para aliviarnos de las penurias. Todo eso ya es de una evidencia aplastante.

EL PROBLEMA ES LA PELÍCULA. El problema de la aceleración inflacionaria no es la foto de marzo, es la película completa. Fernández & Fernández no sólo han generado la inflación más alta en dos décadas, sino que la han generado con atraso tarifario, dólar oficial “administrado”, presión tributaria insoportable para los que todavía quieren trabajar, y escasez creciente de productos básicos para producir, como el gasoil. La ruptura del matrimonio de conveniencia que se unió para las elecciones de 2019 impacta directamente sobre la confianza de quienes toman decisiones económicas: esto se ve mal y no hay indicios de que pueda mejorar. El gobierno no genera credibilidad, los pesos no valen nada, y lo mejor es sacárselos rápidamente de encima stockeándose de lo que sea. Si a esa dinámica se le agrega lo que falta -ajustes de tarifas y sinceramiento del dólar- tenemos el cóctel perfecto para que cada vez vivamos peor. La película marcha hacia un final complejo: un gobierno que no sabe qué hacer y puede estallar si trata de controlar el problema por medios ortodoxos. Y si no es por medios ortodoxos, también.

LOS NÚMEROS CANTAN. Índice de Precios al Consumidor en los últimos 12 meses, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). El acumulado del primer trimestre fue de 16,1% y el de los últimos 12 meses es de 55,1%. El registro de marzo fue el más alto de los últimos 20 años.

Abril; 4,1%

Mayo: 3,3%

Junio: 3,2%

Julio: 3%

Agosto: 2,5%

Septiembre: 3,5%

Octubre: 3,5%

Noviembre: 2,5%

Diciembre: 3,8%

Enero: 3,9%

Febrero: 4,7%

Marzo: 6,7%

LOS NÚMEROS CANTAN (II). Carlos Pagni, La Nación. “Comparados con el promedio anual del 2019 los salarios no registrados cayeron un 12%; los salarios públicos descendieron 8,9%; los salarios privados registrados cayeron 3,5%. El salario de los trabajadores registrados y no registrados cayó 6,8 en dos años”. 

LOS NÚMEROS CANTAN (III). Informe de la consultora Focus Market: “El asado, uno de los cortes más populares y consumidos por los argentinos, tuvo el mayor salto de precios durante el gobierno de Alberto Fernández, con una suba del 235%, mientras que en los primeros 27 meses de gestión de Cristina Kirchner el incremento de precios de este corte fue de 54,11% y del 36,89% con Macri”.

RUSIA: CÓMO LE ESTÁ YENDO A NUESTRO AMIGO.  Ya llevamos más de siete semanas de invasión de Rusia a Ucrania, y podemos hacer un balance provisional sobre cómo le está yendo a nuestro amigo Vladimir Putin (al cual el gobierno argentino no se atreve a condenar enérgicamente, con nombre y apellido, y quien nos vendió millones de vacunas Sputnik, que todavía no tienen aprobación de la OMS, de las autoridades sanitarias europeas ni de los Estados Unidos). En el plano militar, a Rusia no sólo le hunden barcos emblemáticos en el Mar Negro, sino que no ha tomado ninguna ciudad importante (y eso es sólo una fase en una guerra, porque después hay que sostenerlas). Putin pensaba que iba a ser una guerra relámpago y que los ucranianos lo iban a recibir con flores por haberlos “salvado”, pero todo ha sido al revés. Y la coalición occidental ha tenido una reacción y una coordinación sorprendentemente saludables para prevenir futuras aventuras de dictadores con psicologías especiales. El resultado militar de la invasión está abierto, y es probable que Rusia, ante su propia impotencia, intensifique sus acciones. Pero ya está claro que la invasión no fue un paseo y que Ucrania puede ser un Vietnam para Moscú.

RUSIA: CÓMO LE ESTÁ YENDO A NUESTRO AMIGO (II). Fuera de lo militar, lo más importante en el plano interno ruso es lo que no podemos saber desde aquí. Mientras la invasión se prolonga y los resultados no llegan, la economía se debilita día a día. Y no podemos medir cómo impacta eso sobre el gobierno, sus fuerzas de seguridad, su servicio de inteligencia (inextricablemente ligado al poder) y su población. Los rusos de la última generación no son los del Siglo 20, que habían vivido revoluciones, guerra civil, campos de concentración e invasión de su propio territorio. En los últimos 30 años, descubrieron que hay todo un mundo allá afuera, de viajes, McDonalds, Swarovski, iPhone, Netflix, y Putin los ha hecho retroceder en unas pocas semanas a las carencias de la época soviética. Ignoramos qué se está cocinando dentro de Rusia en todos esos niveles, pero podemos decir algo con absoluta claridad: con la aventura ucraniana del amigo de Fernández & Fernández (Alberto lo visitó 20 días antes de la invasión y Cristina critica a la OTAN antes que a él), todos han perdido.

A PESAR DE TODO, TIEMPOS EXTRAORDINARIOS. En su estupendo “En defensa de la Ilustración”, Steven Pinker decía que, si un diario se publicara sólo una vez cada diez años, la mayoría de las noticias serían buenas. Así es como evolucionan las cosas en lo profundo, aunque la realidad nos golpee cotidianamente con decenas de malas nuevas. Hace sólo dos años estábamos todos encerrados, y la humanidad no sabía cómo sería su futuro por culpa del coronavirus. Hoy la vida se va restableciendo rápidamente, gracias a que la cooperación humana ha logrado crear, distribuir y aplicar una vacuna en una escala y a una velocidad nunca vistas en la historia. Y nadie teme que le vaya a faltar su dosis. Tomar un poco de distancia, valorar esa hazaña presente en toda su dimensión, es un buen ejercicio para darnos cuenta de que, a pesar de todo, estamos viviendo tiempos extraordinarios.

Y UN VINO, POR SUPUESTO. Por suerte para todos, Mendoza y la Argentina están produciendo Malbec de altísima calidad y cantidad desde hace ya un buen par de décadas. Es un buen recordatorio para hoy, Día del Malbec, una gran idea de marketing que en su momento surgió de Wines of Argentina. Un buen ejemplo es el Bramare Malbec 2017 de Viña Cobos, que tenía guardado desde hace un tiempo y abrí esta semana. Es increíble, pero tiene cinco años y parece nuevo, está fresco, potente, redondo, y es un placer para la vista, el olfato y el paladar. Viña Cobos empezó en Mendoza cerca del cambio de siglo, con Paul Hobbs como guía, con un proyecto que se basaba en un concepto muy sencillo: búsqueda de calidad. Empezaron en Luján de Cuyo con un pequeño viñedo propio y fueron plantando otros nuevos, mientras se asociaban con productores que les aseguraban uvas de la calidad que pretendían. Después, como muchas otras bodegas, se expandieron al Valle de Uco. De allí proviene este Malbec 2017, que en cierto modo simboliza el camino ascendente de nuestra cepa insignia: una inversión en su zona de origen liderada por un extranjero curioso, que se extendió a una nueva región para ensanchar sus horizontes. Sólo por eso valdría la pena probarlo, pero lo más importante del vino es el placer, y este vino genera una amistad inmediata con el paladar.

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