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Un informe elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) advierte que la suba del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) no tendrá un impacto muy alto sobre el nivel de vida general ya que, por ejemplo, uno de cada cuatro trabajadores en Argentina cobra menos que ese umbral, cifra que crece en Córdoba a un tercio de los asalariados.
«Las evidencias señalan que la eficacia de este instrumento es muy débil debido a que, por el bajo nivel de productividad de una gran cantidad de empresas, el incumplimiento es muy alto», señala el reporte de IDESA que analiza los posibles efectos de la actualización del SMVM de los $4.176 actuales a $5.588 a partir de agosto y $6.060 desde enero de 2016, lo que significa que todos los asalariados privados que trabajen jornada completa deberían cobrar por encima de estos valores.
Sin embargo, los propios datos del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) muestra un panorama completamente distinto:
– El 28% de los asalariados privados gana por debajo del Salario Mínimo, Vital y Móvil.
– En la Ciudad de Buenos Aires, el 12% de los asalariados privados gana por debajo del salario mínimo legal.
Los peores porcentajes corresponden al Noroeste Argentino (NOA) y el Noreste Argentino (NEA) donde el 48% y el 54% de los asalariados privados, respectivamente, tienen remuneraciones inferiores al SMVM.
En Córdoba, el porcentaje es del 31%, estando a mitad de tabla en el «ranking» nacional.
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«Resulta paradójico que en las zonas socialmente más vulnerables, menos eficaz sea la norma. El principal motivo del incumplimiento del salario mínimo legal son los bajos niveles de productividad prevalecientes. No es casualidad que el 73% de los que ganan por debajo del mínimo legal son informales, predominando las pequeñas empresas y los trabajadores con bajos niveles de formación», analiza IDESA.
Y agrega, en tono muy crítico: «En este marco, resulta tan dañino como irritante que desde la Ciudad de Buenos Aires se pretenda imponer un mismo piso salarial para todo el país, ignorando las enormes distancias que existen entre las condiciones de productividad que imperan en la Capital respecto a las prevalecientes en el interior del país».

Un informe elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) afirma que Argentina recibió menos de uno de cada diez dólares que llegaron a Sudamérica en la última década, muy por debajo del mínimo que debería haber captado en función de su participación en el Producto Bruto de toda la región.
Tomando datos de la CEPAL, organismo que depende de la ONU, IDESA sostiene que entre 2004 y 2014 la inversión extranjera directa (IED) que entró a Sudamérica fue U$S 978 mil millones y que, de este flujo, lo que llegó a la Argentina fueron U$S 90 mil millones.
«Esto implica que la Argentina recibió el 9% de la inversión extranjera directa que entró a la región. Estos datos señalan que Argentina recibió a lo largo de la última década menos de 1 de cada 10 dólares de inversión extranjera directa. El retroceso queda reflejado en el hecho de que la participación de la Argentina en el producto bruto interno (PBI) de Sudamérica es del 14%», destaca el reporte.
Y completa: «O sea que la participación en la inversión extranjera de la Argentina es inferior a su participación en el producto bruto interno de la región. La situación inversa se observa en países como Chile, Perú, Colombia y Uruguay. Ellos recibieron el 39% de todo el flujo de inversión que llegó a la región, cuando su participación en el producto regional es del 21%».
Desde la mirada de IDESA, Argentina perdió la oportunidad de crecer generando empleos productivos debido a que el ciclo favorable a la región asociado a los altos precios de las materias primas y la prevalencia de muy bajas tasas de interés en los mercados internacionales «está llegando a su fin como lo prueba el hecho de que el flujo de nuevos proyectos de inversión es menos intenso que en años anteriores».
IDESA opina que este resultado «no es fruto de la casualidad sino de la calidad de las políticas públicas», mencionando que los otros países «se destacan por un mayor esmero en construir instituciones estables, racionales, predecibles, respetuosas de la propiedad privada y la división de poderes» y que tienen economías «abiertas al mundo».
«Los bajos estímulos para atraer inversiones en la Argentina están asociados a la degradación de sus instituciones. Manipulación de las estadísticas oficiales; interferencias en el funcionamiento de la justicia; improvisación en las estatizaciones; regulaciones y proyectos de inversión pública orientados a beneficiar a empresarios amigos; prohibiciones para exportar, importar y acceder a divisas; presión impositiva espuria incrementada arbitrariamente con la inflación; presiones y amenazas son algunos de los factores que contribuyen a que la Argentina sea poco atractiva para la inversión», enumera IDESA.
En esa línea, agrega que «los pocos proyectos de inversión que se ejecutan tienen un alto componente especulativo o están basados en rentas extraordinarias de muy corto plazo».

(DyN) – El Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) advirtió sobre el incremento del gasto público en el país al señalar que creció un «67 por ciento por encima» de los niveles de crecimiento de la economía nacional.
Un informe del centro de estudios indicó que la suba del gasto público «es tan grande que ya no alcanza con la elevada presión impositiva, el consumo de reservas del Banco Central y de la ANSES, y la emisión monetaria».
El instituto advirtió que ante ello el gobierno «apeló a emitir deuda en dólares aceptando tasas de interés varias veces superiores a las que pagan los países vecinos».
«La estrategia le genera al gobierno beneficios electorales pero implica estirar una agonía cuyas consecuencias serán asumidas por el próximo gobierno», alertó. Y, tras precisar con cifras oficiales los datos del aumento del gasto, indicó que «este modo de gestión del Estado genera un doble perjuicio a la sociedad» porque «los fondos públicos se dilapidan en dádivas asistencialistas, exceso de empleo público, corrupción e inversiones no prioritarias, en vez de organizar el sector público para promover el desarrollo económico y social».
Además, indicó que «al usar al Estado para someter voluntades se contamina la dinámica política erosionando el funcionamiento de las instituciones democráticas y republicanas».
IDESA apuntó que según datos del Ministerio de Economía, entre 2004 y 2014 el gasto público nacional pasó del 20% del PBI al 33% del PBI. Por eso, concluyó que en «10 años el gasto público creció 13 puntos porcentuales del PBI» y graficó que «para tener una idea de magnitud, este aumento equivale a 2 veces lo que se invierte en educación pública».

Un informe elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) asegura que el peso es la moneda a nivel mundial que más se está revaluando y, por ende, haciendo que las exportaciones locales pierdan competitividad.
“Las devaluaciones del tipo de cambio oficial muy por debajo de la alta tasa de inflación han llevado a la paradoja de que la moneda argentina sea la que más se aprecia en el mundo”, señala IDESA, explicando que mientras la inflación del 2014 rondó el 30%, la variación del tipo de cambio oficial estuvo en torno al 10% (de $ 8 a $ 8,80), lo que implica una revaluación del tipo de cambio del 18%.
Esto ocurre mientras el valor del dólar está subiendo en el mundo debido a que Estados Unidos está saliendo de la crisis en la que cayó en el año 2008 por las quiebras en su mercado inmobiliario, y a que tanto Europa como Japón están apelando a la emisión monetaria para combatir la deflación y tratar de salir del estancamiento. Por ejemplo, en los últimos 12 meses, el Euro cayó un -22% y el Yen un -14% en términos reales respecto al dólar. En igual sentido, todos los países latinoamericanos están siguiendo la misma estrategia de los cuales el caso más notable es el del Real brasileño.
“Por lo tanto, el proceso de revaluación del tipo de cambio real es muy intenso. El peso argentino es la moneda que más se revalúa en el mundo. Esto significa que consumir y producir en Argentina es cada vez más caro respecto de otros países”, explica IDESA.
Según la consultora, esto no constituye per se una mala noticia, sino que se convierte en tal debido a que la apreciación de la moneda no está acompañada por un aumento de su productividad.
“Para que este proceso de revaluación del peso argentino fuera sostenible, la productividad en Argentina debería aumentar por encima de la productividad de Estados Unidos y muy por encima de la productividad del resto de los países, como Europa y Brasil. No son necesarios cálculos sofisticados para demostrar que esto no esta ocurriendo. Por el contrario, diariamente se suman factores de ineficiencias en el aparato productivo argentino. Por ejemplo, la falta de infraestructura, las distorsiones impositivas, la baja calidad y cortes en los servicios públicos, corrupción, burocracia, litigiosidad laboral, falta de insumos y bienes de capital, proliferación de feriados y paros”, repasa el estudio.
Y va más allá cuando compara esta coyuntura con una pésima experiencia histórica: la estrategia que aplicó la dictadura con la “Tablita” de Martínez de Hoz. “En aquella época hubo un largo proceso en el cual la inflación iba por encima de los ajustes sobre el tipo de cambio nominal sostenido en base a endeudamiento externo. En la actualidad, el proceso se sostiene poniendo trabas a las importaciones y consumiendo reservas. Pero el resultado es el mismo: una “primavera consumista” que tiene como contrapartida la acumulación de tensiones desencadenantes de la próxima gran devaluación”, pronostica IDESA.

El Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) difundió un duro informe en el que critica a los gremios que llamaron a un paro general, asegurando que poner como reclamo principal a la falta de cambios en el Impuesto a las Ganancias y no hacer foco en el “despilfarro de fondos públicos” de los subsidios es “un planteo elitista”.
Según IDESA, tomando como base información recientemente publicada por el INDEC se puede aproximar el alcance que el impuesto a las ganancias tiene en el mercado laboral. “Considerando la distribución de las remuneraciones de bolsillo (es decir, descontado los impuestos) del total de ocupados (asalariados y cuenta propia) para el cuarto trimestre del 2014 aparece que: el 40% de los trabajadores recibía una remuneración por debajo del salario mínimo vital y móvil que en ese momento era de $4.400; otro 50% ganaba entre el salario mínimo y 12 mil pesos; un 10% ganaba por encima de 12 mil pesos”.
De estos datos, se desprendería que nueve de cada 10 trabajadores no están alcanzados por el Impuesto a las Ganancias, ya que el mismo arranca con salarios de $ 15.000 para arriba.
Además, IDESA sostiene que “los sectores de más altos ingresos aportan a través del Impuesto a las Ganancias apenas el 21% de la recaudación total de impuestos nacionales”, mientras que “los tributos al consumo y las cargas sociales, que son impuestos que alcanzan a los más humildes, representan el 35% y el 27%, respectivamente, de la recaudación nacional”. “Si a esto suma el impuesto inflacionario es claro que la gente de menores ingresos es la que proporcionalmente más aporta al financiamiento del Estado”, destaca el informe.
Por eso, IDESA asegura que “en este contexto, presionar por pagar menos impuesto a las ganancias y no cuestionar los subsidios a Aerolíneas Argentinas, Futbol para Todos, la electricidad, el gas, el transporte, las moratorias previsionales y el aumento del empleo público es un planteo elitista. Implica pujar para que sean los más pobres los que paguen el despilfarro de fondos públicos”.
En ese marco, el Instituto señala que “sin revisar prioridades en el gasto público no hay ninguna alternativa seria de replantear impuestos. El récord de presión tributaria, incluido el impuesto a las ganancias, es la consecuencia del récord de gasto público. De no mediar una reducción del gasto del Estado, la demanda por bajar impuestos se reduce a una mera puja entre sectores”.
Y concluye: “Sólo si se corta el despilfarro de fondos públicos se puede generar espacio fiscal para discutir con seriedad la política tributaria. En estas condiciones, la prioridad es eliminar la inflación. Luego, revisar los impuestos más regresivos. Aquí se destacan las cargas sociales cuya incidencia (sumando aportes personales y contribuciones patronales) superan el 45% del salario. Como las cargas sociales se aplican incluso entre las remuneraciones más bajas, provocan que la mayoría de los trabajadores de baja formación sean condenados al empleo “en negro”, al desempleo o directamente a la inactividad laboral. En este proceso, y como un cambio complementario no sustancial, habría que revisar las distorsiones que se han acumulado en los últimos tiempos con la no actualización del impuesto a las ganancias”.

La Argentina es el país con la mayor cantidad de empleados públicos y cuyas remuneraciones son las más elevadas de la región. La explicación reside en la falta de profesionalismo, controles y transparencia que lleva a que el Estado sea apropiado y opere para intereses espurios en lugar de brindar servicios públicos de calidad a toda la sociedad.
¿Cuáles son los factores que explican la disfuncionalidad del Estado? Una reciente publicación elaborada por la OECD y el BID denominada “Panorama de las Administraciones Públicas – América Latina y el Caribe 2014” aporta interesantes evidencias sobre este tema. En el estudio se presentan 31 indicadores sobre aspectos claves de la gestión pública permitiendo la comparación entre países.
Entre los indicadores se incluye el que mide el tamaño del sector público a través del porcentaje de empleo público respecto al empleo total de cada país. En este punto se señala que en la Argentina el empleo público representa el 14,8% del empleo total mientras que en los países vecinos aparece que:
En Uruguay, el empleo público representa el 12,7% del empleo total.
En Brasil representa el 11,5% del empleo total.
En Chile representa el 9,2% del empleo total.
Estos datos muestran que el tamaño del Estado, medido a través de los recursos humanos que contrata, es más grande en la Argentina que en los países vecinos. Su tamaño incluso es muy superior al promedio de América Latina (estimada en 10,7%) y similar al promedio de los países de la OECD (15,3% del empleo total). En suma, la Argentina es el país con más empleo público en la región y con similar nivel al de los países más desarrollados.
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El empleo público en la Argentina además es uno de los mejores pagados. Según el mismo informe, el promedio simple de remuneraciones de los cargos de directores, profesionales y administrativos del sector público argentino asciende a un equivalente de 6,4 veces el PBI per capita del país, cuando la media estimada para Latinoamérica para estos mismos cargos se estima en 5,6 veces el PBI per capita y en los países de la OECD a 3,1 veces el PBI per capita. En otras palabras, el Estado argentino cuenta con abundante personal que además percibe, en promedio, muy buenas remuneraciones.
Sin embargo, el desempeño está más en línea con lo que ocurre en los países atrasados que con el nivel y calidad de servicios que cabría esperar de acuerdo a la magnitud de los recursos que administra. La principal explicación esta dada por los estilos de gestión adoptados. Los puestos de trabajo del sector público no cuentan con definición de perfiles, objetivos, ni indicadores que faciliten la transparencia de su gestión permitiendo el control social y las auditorias externas. Por el contrario, se aplica la estabilidad del empleo público con criterios extremos premiándose la mediocridad y la falta de compromiso. Bajo estas condiciones, el sector público se adormece en la burocratización y se convierte en presa fácil de intereses espurios. El interés general deja lugar a las presiones de proveedores, contratistas, sindicatos y organizaciones que se imponen en base a la corrupción, la violencia y hasta las metodologías mafiosas.
La caótica situación desencadenada a partir de la muerte del fiscal pone en evidencia el enorme esfuerzo que será necesario desplegar para devolverle eficacia y confianza a los sistemas de seguridad, justicia y relaciones internacionales. No menos desafiante será reconstruir otras áreas del Estado de fundamental importancia como educación, salud, infraestructura y asistencia social. Pero para no seguir perseverando en el fracaso es fundamental adoptar como punto de partida básico que el sector público no necesita más recursos sino un profundo cambio en la calidad de su gestión.

En la reciente publicación Panorama Laboral 2014, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta sobre un menor crecimiento económico para los países de América del Sur. La razón es la caída de los precios internacionales que se viene observando desde el 2012 y el aumento en las tasas de interés. La reversión no es drástica, pero implica un contexto menos favorable que el observado entre los años 2002 y 2012. Esto lleva a reducir las expectativas de crecimiento. El informe de OIT destaca que tanto la CEPAL como el FMI estiman un crecimiento de 0,8% para el año 2014 y entre el 1,6% y 1,8% para el 2015. Lejos de las tasas de más del 5% anual que la región disfrutó hasta el año 2012.
Con menores tasas de crecimiento, se debilita la capacidad de creación de empleos. La OIT señala que esto, por ahora, no se refleja en más desocupación porque aumentó la inactividad laboral, especialmente entre jóvenes y mujeres, y la informalidad. Pero en el futuro el desempleo crecerá porque la participación laboral no puede caer indefinidamente y hay un flujo de jóvenes que contínuamente se incorpora al mercado de trabajo.
También resulta pertinente considerar los diferentes desempeños que han mostrado los países en este periodo de bonanza. Tomando como referencia la tasa de ocupación, es decir la relación entre el empleo y la población en edad de trabajar, el Panorama Laboral de la OIT advierte que entre los años 2004 y 2014: La tasa de ocupación urbana de Argentina pasó de 52,1% a 53,9%. En el resto de los países de Sudamérica el promedio de tasa de ocupación pasó de 54,2% a 58,2%.
Así, mientras en la Argentina la tasa de ocupación se incrementó en 1,8 puntos en el resto de los países de Sudamérica el aumento fue de 4,0 puntos porcentuales.
Esto datos muestran que el empleo aumentó en la Argentina, pero bastante menos que en el resto de la región. La información desagregada que publica la OIT muestra que entre los países de América del Sur con mejor desempeño se destacan Uruguay (9,4 puntos porcentuales de incremento en la tasa de ocupación), Colombia (6,9 puntos porcentuales) y Chile (6,3 puntos porcentuales). Salvo Ecuador (-1,8 puntos porcentuales), Argentina es el país sudamericano que menos empleos generó durante la bonanza.
Otra diferencia con respecto al resto de la región es que el aumento en la tasa de ocupación en la Argentina estuvo concentrado en los primeros años del ciclo. Uno de los factores que explican esta particularidad es que la generación de empleo fue impulsada por la fuerte licuación de costos laborales que produjo la mega-devaluación del año 2002. Es decir, al contexto internacional favorable se le sumó la situación interna de salarios excepcionalmente bajos.
Como era previsible, las remuneraciones tendieron a recuperarse y como los aumentos de salarios no fueron acompañados por políticas que los hicieran sustentables, la creación de empleos se debilitó. A partir del año 2011, la tasa de ocupación urbana cae, explicitando los costos de haber profundizado reglas que castigan la productividad y potencian la burocratización y la litigiosidad laboral.
De los datos de la OIT se deducen dos consecuencias muy importantes. Por un lado, que la Argentina desaprovechó la bonanza para generar más empleos. Haber aumentado la tasa de ocupación, como lo hicieron por ejemplo Uruguay y Chile, habría implicado que muchas familias tendrían hoy más miembros adultos trabajando y, por lo tanto, no dependiendo de los ingresos de otros integrantes del hogar o del asistencialismo. Por otro lado, que tampoco se aprovechó el ciclo externo favorable para construir instituciones que den sostenibilidad al crecimiento de la producción y el empleo. El fin de la bonanza desnuda la falta de visión de la dirigencia argentina para implementar políticas internas que sustenten el progreso ante el previsible cambio de contexto externo.
Afortunadamente la reversión del ciclo no se presenta de manera abrupta. Esto ayuda a que la reconstrucción de instituciones económicas y sociales que necesita la Argentina sea menos costosa y más viable. De todas formas, la degradación institucional es tan profunda que se necesitará mucho profesionalismo y visión política para compensar el desperdicio de oportunidades de los últimos años.

(DyN) – El Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) advirtió que el Impuesto a las Ganancias cubre «apenas» el 3% del aumento del gasto público, dado que cerca de un «69%» de ese gasto se financió en lo que va del año con «aumentos de otros impuestos». 
El centro de estudios indicó en su informe que «apenas un 3% de la expansión (del gasto público) se financió con aumento del Impuesto a las Ganancias de las personas», en tanto «alrededor de un 69% se financió con aumentos de otros impuestos y otros ingresos». Idesa calculó el crecimiento del gasto público en los primeros ocho meses del año en un «47 por ciento interanual», dado que, detalló, «pasó de $ 480.000 millones entre enero y agosto del año 2013, a $ 700.000 millones en el mismo período del año 2014», según fuentes oficiales.  
Tras indicar que el 28% restante del aumento del gasto público fue «desequilibrio fiscal que se financió con emisión monetaria», el centro de estudios planteó que «el peso de sostener un sector público que se agranda recae sobre impuestos que se trasladan a precios y emisión, y muy marginalmente en aumentos de Ganancias». 
«Si bien la no actualización de los parámetros del Impuesto a las Ganancias reduce el ingreso de la gente de más altos ingresos, su impacto es modesto al lado de las pérdidas que la inflación impone al conjunto de la población y, particularmente, a los sectores más vulnerables», consignó Idesa. 
Tras argumentar que «pujar para que se reduzca Ganancias constituye un acto insolidario» porque «implica presionar para que quienes menos ingresos reciben aumenten su aporte al financiamiento del gasto público», Idesa propuso «reducir» ese aumento, «replantear prioridades y profesionalizar la gestión del Estado».
 

(DyN) – El Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) advirtió que hace «dos años» que en el régimen formal de trabajo «sólo se genera empleo público», lo que «agrava los problemas» del país dado que, indicó, «aumenta el déficit fiscal y degrada la calidad del Estado».
A través de un informe, Idesa señaló que «la creación de empleos privados formales» en Argentina «comienza a desacelerarse a finales de la década pasada y muestra signos de estancamiento desde el año 2012». La «profundización» de esa tendencia, sostuvo el centro de estudios, llevó a que se acumularan «dos años» en los cuales, en la formalidad, «sólo se genera empleo público».
Idesa planteó que «actualmente, la única fuente de creación de empleo formal es el sector público», al que consideró «improductivo e innecesario», además de que «agrava los problemas» porque, alertó, «aumenta el déficit fiscal y degrada la calidad del Estado».
En base a los datos del Indec, Idesa consignó que «se consolida en la primera mitad del año 2014 el estancamiento del empleo privado formal y el crecimiento basado exclusivamente en el empleo público».
Asimismo, al comparar la evolución del empleo formal con la del segundo trimestre del año pasado, «se observa un crecimiento del 0,9 por ciento», que «surge del fuerte aumento del empleo público (5 por ciento) y el estancamiento del empleo asalariado privado registrado (-0,1 por ciento)», calculó Idesa.
El centro de estudios indicó además que «nombrar gente en el sector público para satisfacer favores personales o alimentar la militancia degrada al Estado». «No se trata de posicionamientos ideológicos, sino de asumir que la falta de profesionalismo es el principal factor que cercena las posibilidades de construir un Estado que promueva el crecimiento con inclusión social», concluyó el informe.

La información oficial del INDEC da cuenta de un creciente deterioro de los indicadores laborales que se refleja en una creciente proporción de personas que, estando en edad activa, deciden retirarse del mercado del trabajo. Según el informe, esto se debe a la escasa creación de empleos de calidad.
Según expone el informe los datos oficiales muestran que el estancamiento económico no está generando aumentos en el desempleo abierto. Esto quiere decir que el ajuste en el mercado laboral no se canaliza vía mayor desempleo sino en gente que, ante la falta de oportunidades laborales, deja de buscar empleo. Este efecto desaliento opera como un desempleo oculto que es medido a través de la caída en la participación laboral. Estos casos se dan con más frecuencia entre los segundos generadores de ingresos de los hogares.
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En conversación con PaP Radio, Santiago Gastelau, economista de Idesa analizó los datos que arroja el Estimador Mensual de Actividad Económica.
¿A qué datos han arribado con cifras oficiales del Indec? El título es que la tasa de empleo está estancada hace 3 años…
Sí, exactamente. La tasa de empleo está estancada con una tasa de actividad que está en descenso y esto quiere decir que en todos estos últimos años hemos visto que desde el Indec están hablando de que hay una tasa de desempleo que se mantiene constante y es una de las más bajas de toda la historia. Sin embargo, el hecho de que la tasa de empleo se mantenga constante y la tasa de actividad vaya cayendo, lo que vemos es que ahí hay un desempleo oculto, hay una tasa de desempleo abierto que es la que se muestra y una que está oculta que es por la gente que se retira del mercado laboral.
Esas cifras a 2014 son 7,3% la tasa de desempleo abierto y 1,4% de desempleo oculto.
Claro, ese desempleo oculto es gente que en el 2011 por ejemplo, estaba en el mercado laboral ya sea como empleado o desempleado y hoy en el 2014 ya se encuentra fuera de ella, no trabaja ni busca trabajo.
Eso tiene que ver con la población económicamente activa que también ha disminuido según el informe.
Claro, exactamente, eso se debe a la caída de la población económicamente activa o la tasa de actividad que cayó del 46,3% al 45, 6%, esa caída se da básicamente y más fuertemente en lo que son los segundos generadores de ingreso de la familia, es decir, los cónyuges o los hijos de la familia que entraron al mercado laboral y que hoy ya no lo ven viable a esa entrada.
De continuar esta tendencia ¿Cómo estará finalizando el año? ¿Qué valores arrojaría el 2014 comparable con otros años?
No creo que cambie mucho más de los valores que tenemos para este primer semestre que están  en un desempleo cerca del 8, 7%, calculo que va a estar llegando a un 9%, no más que eso, no va a llegar a las dos cifras, y son comparables al año 2008 más o menos. Era en una época en la cual el desempleo venia descendiendo bastante con un crecimiento importante no solo del empleo total si no del empleo privado registrado, que ese es el problema porque la tasa de empleo no solamente se está manteniendo constante, sino que además estamos pasando de un empleo registrado a un empleo no registrado o empleo informal, la parte de empleos privados registrados o formales se está cayendo en estos últimos años y este mantenimiento de la tasa de empleo se está dando con aumento en el empleo público y aumento en el empleo informal.
¿Hay algún rubro que se destaque sobre otro?
Nosotros no hemos analizado por rubro, así que no podría decir que rubro, lo que sí esa dicotomía público-privado, formal-informal.