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Una sana y prudente rebeldía mendocina / La “Newsletter Móvil” de Mauricio Llaver

La idea de “Mendoza independiente” ya tiene una foto. Pero su proyección es nacional. Sin prisa pero sin pausa, y sin locuras, hay que marchar hacia la máxima autonomía posible.

9 de julio 2020

LA INSTALACIÓN DE LA IDEA DE LA “MENDOZA INDEPENDIENTE”. Queda claro, sobre todo porque él mismo lo reconoció, que las declaraciones de Alfredo Cornejo sobre una “Mendoza independiente” eran parte de una estrategia mayor. Primero, buscó expresar el malestar por la humillación de Portezuelo del Viento, una obra adjudicada y puesta en duda por pura discrecionalidad política de Alberto Fernández. Pero después, el objetivo es despertar la reacción del “Centro productivo”, una franja del país que observa que, mientras invierte, produce y paga impuestos, otros sólo esperan ser  asistidos. Es un plan mucho más grande y riesgoso. Y decisivo para la República Argentina.

LA FOTO (Y LA CAPA TECTÓNICA). La idea de una Mendoza independiente ya tiene una foto, que es la encuesta que hizo la consultora Reale Dalla Torre, encargada por José Manuel Ortega Fournier. Por ahora es sólo una foto, pero por lo menos es algo que pone en números (siempre variables) una sensación: la de que nos están provocando, ninguneando o estafando. O la de que, cuando nos miramos en el contexto del país, los mendocinos nos merecemos más. Veremos cómo sigue la película, pero hay algo que no se puede negar: hace apenas un año, nadie hablaba de esto. Es un tema que se está moviendo como una capa tectónica, despacio pero con fuerza potencial para modificar el entorno.

UNA SANA Y PRUDENTE REBELDÍA. Los números muestran una sana y prudente rebeldía. Los resumo: el 35% está de acuerdo con separarse, mientras que el 57,90% dice que «no» y el 7% “no sabe/no contesta” (uno puede pensar que 35% es poco, pero Martha Reale, especialista en mediciones, dice que es muy alto); el 65,20% dice que “somos una sociedad distinta del resto del país”; el 72,40% dice estar “muy orgulloso” de ser mendocino y el 22% “bastante orgulloso” (eso suma un 94,4% de “sentido de pertenencia”); el 66% siente “indignación” porque percibe que Mendoza viene siendo castigada por la Nación desde hace muchos años; el 42% cree que con nuestros recursos podríamos vivir separados del resto del país; el 52% considera “muy importante” la construcción de Portezuelo del Viento (y el 28,5% “bastante importante”); el 62% siente como una provocación a Mendoza que no se construya Portezuelo.

POR QUÉ SANA Y PRUDENTE. La rebeldía está clara en todos los números, pero también la prudencia. No queremos seguir así, pero en el fondo sabemos que Mendoza, por sí sola, no puede separarse de la Argentina. Estamos expresando nuestra disconformidad. Aquí lo que importa es observar la parábola completa, para lo cual será importante contar con encuestas similares en Santa Fe -que se percibe agredida por el tema Vicentin- o Córdoba (que fue la primera que habló de un #Cordobexit en una cuenta de Twitter). Para Mendoza, sería también una forma de diluir la atención exclusiva sobre ella de parte del gobierno nacional, que bien podría usarnos como una excusa para demonizarnos, con la catástrofe económica y social que tiene por delante.

SIN PRISA PERO SIN PAUSA. Así que en este tema lo mejor es ir sin prisa pero sin pausa, siempre hacia un horizonte de mayor autonomía. Sin olvidar a los chinos, que decían que “es más fácil subirse a un tigre que bajarse de él”, o a Nietszche: “Qué bien suenan la mala música y las malas razones cuando marchamos contra el enemigo”. Y con acuerdos -o desarrollo de comunidad de sentimientos e intereses- con otras provincias o regiones. La historia es dinámica, las cosas cambian, y la Argentina afronta desafíos políticos, económicos, sociales y culturales que nunca ha enfrentado en su historia. ¿Cómo será nuestro país dentro de unas décadas? ¿Cómo superaremos las grietas políticas, o la distancia entre la cultura de la producción y la cultura del asistencialismo? Nadie lo sabe, y lo mejor es depender lo más que podamos de nosotros mismos para enfrentar cualquier eventualidad.

A BODEGUEAR, A BODEGUEAR. Mientras transitamos una cuarentena con avances y retrocesos, en Mendoza nos podemos dar el lujo de salir a comer a algunos lugares. Entre ellos las bodegas, que hicieron un acuerdo inteligente de armar menús a un precio fijo de $1.200, además de ofrecer platos a la carta. Es decir, interpretaron rápidamente lo que aconsejaban los especialistas en turismo: atraer al comensal local, que será el que reinicie la recuperación. No sólo los menús son altamente competitivos a ese precio (hasta incluyen los vinos) sino que la reapertura ha tenido una suerte de efecto moral: la puesta en marcha de la rueda, la vuelta al trabajo de los equipos, el reinicio de las compras a los proveedores, la recuperación de la esperanza de que el trabajo no está perdido. Mendocinos, desde todo punto de vista, hoy tenemos las razones más importantes del mundo para salir a bodeguear.

Y UN VINO, POR SUPUESTO. Con Mariano Di Paola tengo un problema: hace tantos vinos excelentes que no puedo tener un favorito. No sólo maneja la gran línea Rutini –Felipe Rutini, Antología, Apartado, Single Vineyard- sino que también hace unos espumantes extraordinarios, el Encabezado de Malbec, una grappa y hasta un cognac experimental. Con lo cual una comida de las que suele organizar para periodistas y amigos es una experiencia completa y absoluta. Mariano es fanático del Merlot, y a veces organiza catas verticales de más de 20 cosechas. Y cuando habla de sus grandes cortes, tiene una frase muy significativa: “Los consulto con la almohada”. No sólo es un enólogo y anfitrión magnífico, sino que es un tipo amable, sensible y con un don de gentes único en su profesión. Cualquier conversación con alguien que lo conozca termina siempre en ese detalle, en el elogio de esa gentileza única y de esa cualidad de caballero del vino que se ha ganado después de toda una trayectoria. Con lo cual, cuando uno prueba cualquiera de sus creaciones, está rindiendo homenaje a todo lo que representa el Mariano, cuyo nombre ya es inseparable de la marca icónica Rutini.

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